El Hacha Diabólica
En el siglo 17 el ancestro del Santo mató a un demonio que fue quemado por la Inquisición en la hoguera. Ha vuelto para vengarse.
Otro de las inusuales, baratas y divertidas películas del Santo hechas por Vergara. Como El Barón de Brákola y Atacan las Brujas, la película incluye extensos flashbacks de tiempos coloniales, en los que aparece un ancestro del Santo. De hecho, El Hacha Diabólica incluye una suerte de escena primigenia del Santo en la que un hombre común y corriente (cuyo rostro, sin embargo, no se nos muestra nunca) se transforma mágicamente en el Santo, el Enmascarado de Plata, con todos los elementos de su traje del siglo 20. Otra cosa interesante es que la película incluye una escena en la que se desenmascara al Santo: un actor que no aparece luego en los créditos (de largos y gruesos cabellos negros y pómulos prominentes) se saca la máscara de plata y da un beso a Bety González: de la cara se ve una pequeña parte, pero es evidente que no se trata de Rodolfo Guzmán Huerta.
La película comienza en 1603: una procesión de monjes deposita el cuerpo del Santo en una tumba. Una vez que se retiran aparece repentinamente un hombre de capuchón negro que grita que se vengará del Santo, así le tome siglos lograrlo.
Enseguida nos trasladamos al presente: Santo pelea con el Lobo Negro, pero un hombre con un hacha aparece misteriosamente en el ring y trata de matar al héroe, empujando fuera al otro púgil y al referí. Las balas de la policía no penetran en el hombre encapuchado, que desaparece tan misteriosamente como apareció. Un periodista se mofa del asunto, dando por sentado de que se trata de un truco publicitario, pero el hombre del hacha no aparece en las fotografías que tomó del match.
Santo sale con Alicia, su rubia amiga. Se detienen a platicar un rato. Le dice que le gusta, pero que sabe que en algún lugar hay una mujer de la que ha estado siempre enamorado. Alicia le pide ver su cara y él se la saca ("Serás la primera y la última en verlo sin máscara", le dice). Se besan.
Santo duerme (completamente vestido) cuando se aparece el hombre del hacha y trata de matarlo nuevamente, pero una mujer gritando, que aparece no se sabe de dónde, salva al héroe. Santo lleva el hacha -que esta vez no desaparece al desvanecerse el Encapuchado Negro- a su amigo el dr. Zanoni. Al magnificarla, se dan cuenta de que el hacha data de 1603 y que tiene una calavera grabada en su hoja. La máscara del Santo, que le fue dada por su padre, lleva también un pequeño dibujo esotérico, con la palabra Abracadabra en un triángulo). Zanoni le cuenta que Abraca fue un famoso mago en el siglo 17. Mientras habla se materializa misteriosamente una mujer. Es Isabel de Arango, la que salvó con sus gritos la vida del Santo: si el Santo derrota al asesino del hacha, su amor podrá renacer nuevamente. Entonces ella desaparece. Santo se queda lelo: "Me he olvidado de todo", dice.
Zanoni y Santo se conectan ellos mismos a una máquina (colocándose unos fríjoles en la cabeza), lo que les permite viajar hacia el pasado. En 1603, un hombre (que se cubre la cara con su manto la mayor parte del tiempo) invoca a Arimán (un demonio, aparentemente representado por un enorme murciélago embalsamado) para que este vaya en su ayuda. Está prendado de Isabel de Arango, pero ella quiere a otro. En un baile, el novio de Isabel lleva una máscara plateada y el amigo malvado, una negra. Sostienen un duelo de espadas, que termina con el rufián malherido. Se tambalea hacia un calabozo secreto donde tiene su altar a Arimán. Una voz le dice que debe entregar su alma a Satanás a cambio de la ayuda del demonio de Arimán. El hombre accede y se convierte en el Encapuchado Negro.
Arimán le dice que no puede hacer que Isabel se enamore del Encapuchado Negro, pero sí le da un cofre lleno de joyas y oro. El Encapuchado tendrá poder y riqueza, a menos que sea desenmascarado y derrotado. Secuestra entonces a Isabel y la encadena en su calabozo. Su novio no logra encontrarla y, desesperado, se va a ver al brujo Abraca, que vive en una caverna. Abraca le dice: "Isabel ya no pertenece a este mundo", pero transforma al hombre en el Santo para que pueda pelear. De regreso en la ciudad, el Santo y la Inquisición capturan al Encapuchado Negro, que al ser quemado en la hoguera se transforma en un murciélago y se aleja volando. Santo, desalentado, entra a un monasterio a pasar sus últimos días.
De vuelta en 1964, Zanoni sugiere que el Santo trate de localizar el lugar de reposo de Isabel revisando las casas aún existentes de la época colonial. Se aparece el Encapuchado Negro en otro intento de matar al Santo; después de mirar la pelea con un ligero interés durante un rato, Zanoni se interpone entre los púgiles, salvando así la vida del Santo. Al morir, se transforma en el brujo barbudo Abraca.
El siguiente rival del Santo en el ring es poseído a su vez por el alma del Encapuchado Negro y se cambia en un vicioso púgil. La multitud (la escena fue filmada en un ring de verdad) se enfurece y comienza a arrojar objetos al cuadrilátero.
Santo vuelve con Alicia y se dirigen como de costumbre a su estacionamiento. Él la dice que puede estar en peligro, de modo que prefiere que no se vean por un momento. Ella va a casa y se prepara para irse a la cama, pero siente que hay algo raro en el ambiente y llama al Santo. Este la escucha gritar al otro lado del auricular. Corre a su departamento sólo para encontrarla muerta (la escena fue rodada más bien torpemente, pues su cadáver sólo se puede ver breve y parcialmente y es sólo cuando el Santo llama a la policía para informarles del asesinato que la audiencia se entera de que ella no ha sido secuestrada o algo). Dice el Santo a la poli: "Juro que el asesino pagará por su crimen".
Después de una corta pesquisa, el Santo ubica la casa donde cree que se encuentra el cuerpo de Isabel. Hay una larga secuencia en la que él pasea por la casa. Se aparece entonces el espíritu de Abrca, que le previene de un peligro. Se abre una puerta secreta y el Santo encuentra el calabozo oculto del Encapuchado Negro (y el esqueleto de Isabel encadenado a la pared).
Santo y el Encapuchado Negro pelean, pero el Santo agarra una enorme antorcha y le quita la capucha. El villano se transforma en un murciélago, pero el Santo lo clava a la pared con un clavo. Isabel recupera su forma humana y dice que está preparada para el eterno reposo. El Santo dice que continuará luchando por la bondad y la justicia, los muebles se difuminan y el Santo se queda en una habitación vacía.
1964 Director José Díaz Morales Guión Rafael García Travesí , Fernando Osés Reparto Santo (él mismo), Lorena Velázquez (Isabel de Arango), Fernando Osés (Encapuchado Negro), Bety González (Alicia), Mario Sevilla (Abraca; Dr. Zanoni), Mario Orea (monje), Guillermo Hernández Lobo Negro (primer rival), José Álvarez Valdéz, Mario Zebadua Colocho (reportero), Martha Lasso Rentería, Emilio Garibay, Carlos Suárez & Margarito Luna (hombres de la Inquisición), Víctor Velázquez (funcionario de la Inquisición), Juan Garza (segundo rival), Jorge Mateos, Roy Fletcher (agente de seguridad de la arena).
©dwilt
©traducción mQh
©ciudadela 60, agosto 2003
La película comienza en 1603: una procesión de monjes deposita el cuerpo del Santo en una tumba. Una vez que se retiran aparece repentinamente un hombre de capuchón negro que grita que se vengará del Santo, así le tome siglos lograrlo.
Enseguida nos trasladamos al presente: Santo pelea con el Lobo Negro, pero un hombre con un hacha aparece misteriosamente en el ring y trata de matar al héroe, empujando fuera al otro púgil y al referí. Las balas de la policía no penetran en el hombre encapuchado, que desaparece tan misteriosamente como apareció. Un periodista se mofa del asunto, dando por sentado de que se trata de un truco publicitario, pero el hombre del hacha no aparece en las fotografías que tomó del match.
Santo sale con Alicia, su rubia amiga. Se detienen a platicar un rato. Le dice que le gusta, pero que sabe que en algún lugar hay una mujer de la que ha estado siempre enamorado. Alicia le pide ver su cara y él se la saca ("Serás la primera y la última en verlo sin máscara", le dice). Se besan.
Santo duerme (completamente vestido) cuando se aparece el hombre del hacha y trata de matarlo nuevamente, pero una mujer gritando, que aparece no se sabe de dónde, salva al héroe. Santo lleva el hacha -que esta vez no desaparece al desvanecerse el Encapuchado Negro- a su amigo el dr. Zanoni. Al magnificarla, se dan cuenta de que el hacha data de 1603 y que tiene una calavera grabada en su hoja. La máscara del Santo, que le fue dada por su padre, lleva también un pequeño dibujo esotérico, con la palabra Abracadabra en un triángulo). Zanoni le cuenta que Abraca fue un famoso mago en el siglo 17. Mientras habla se materializa misteriosamente una mujer. Es Isabel de Arango, la que salvó con sus gritos la vida del Santo: si el Santo derrota al asesino del hacha, su amor podrá renacer nuevamente. Entonces ella desaparece. Santo se queda lelo: "Me he olvidado de todo", dice.
Zanoni y Santo se conectan ellos mismos a una máquina (colocándose unos fríjoles en la cabeza), lo que les permite viajar hacia el pasado. En 1603, un hombre (que se cubre la cara con su manto la mayor parte del tiempo) invoca a Arimán (un demonio, aparentemente representado por un enorme murciélago embalsamado) para que este vaya en su ayuda. Está prendado de Isabel de Arango, pero ella quiere a otro. En un baile, el novio de Isabel lleva una máscara plateada y el amigo malvado, una negra. Sostienen un duelo de espadas, que termina con el rufián malherido. Se tambalea hacia un calabozo secreto donde tiene su altar a Arimán. Una voz le dice que debe entregar su alma a Satanás a cambio de la ayuda del demonio de Arimán. El hombre accede y se convierte en el Encapuchado Negro.
Arimán le dice que no puede hacer que Isabel se enamore del Encapuchado Negro, pero sí le da un cofre lleno de joyas y oro. El Encapuchado tendrá poder y riqueza, a menos que sea desenmascarado y derrotado. Secuestra entonces a Isabel y la encadena en su calabozo. Su novio no logra encontrarla y, desesperado, se va a ver al brujo Abraca, que vive en una caverna. Abraca le dice: "Isabel ya no pertenece a este mundo", pero transforma al hombre en el Santo para que pueda pelear. De regreso en la ciudad, el Santo y la Inquisición capturan al Encapuchado Negro, que al ser quemado en la hoguera se transforma en un murciélago y se aleja volando. Santo, desalentado, entra a un monasterio a pasar sus últimos días.
De vuelta en 1964, Zanoni sugiere que el Santo trate de localizar el lugar de reposo de Isabel revisando las casas aún existentes de la época colonial. Se aparece el Encapuchado Negro en otro intento de matar al Santo; después de mirar la pelea con un ligero interés durante un rato, Zanoni se interpone entre los púgiles, salvando así la vida del Santo. Al morir, se transforma en el brujo barbudo Abraca.
El siguiente rival del Santo en el ring es poseído a su vez por el alma del Encapuchado Negro y se cambia en un vicioso púgil. La multitud (la escena fue filmada en un ring de verdad) se enfurece y comienza a arrojar objetos al cuadrilátero.
Santo vuelve con Alicia y se dirigen como de costumbre a su estacionamiento. Él la dice que puede estar en peligro, de modo que prefiere que no se vean por un momento. Ella va a casa y se prepara para irse a la cama, pero siente que hay algo raro en el ambiente y llama al Santo. Este la escucha gritar al otro lado del auricular. Corre a su departamento sólo para encontrarla muerta (la escena fue rodada más bien torpemente, pues su cadáver sólo se puede ver breve y parcialmente y es sólo cuando el Santo llama a la policía para informarles del asesinato que la audiencia se entera de que ella no ha sido secuestrada o algo). Dice el Santo a la poli: "Juro que el asesino pagará por su crimen".
Después de una corta pesquisa, el Santo ubica la casa donde cree que se encuentra el cuerpo de Isabel. Hay una larga secuencia en la que él pasea por la casa. Se aparece entonces el espíritu de Abrca, que le previene de un peligro. Se abre una puerta secreta y el Santo encuentra el calabozo oculto del Encapuchado Negro (y el esqueleto de Isabel encadenado a la pared).
Santo y el Encapuchado Negro pelean, pero el Santo agarra una enorme antorcha y le quita la capucha. El villano se transforma en un murciélago, pero el Santo lo clava a la pared con un clavo. Isabel recupera su forma humana y dice que está preparada para el eterno reposo. El Santo dice que continuará luchando por la bondad y la justicia, los muebles se difuminan y el Santo se queda en una habitación vacía.
1964 Director José Díaz Morales Guión Rafael García Travesí , Fernando Osés Reparto Santo (él mismo), Lorena Velázquez (Isabel de Arango), Fernando Osés (Encapuchado Negro), Bety González (Alicia), Mario Sevilla (Abraca; Dr. Zanoni), Mario Orea (monje), Guillermo Hernández Lobo Negro (primer rival), José Álvarez Valdéz, Mario Zebadua Colocho (reportero), Martha Lasso Rentería, Emilio Garibay, Carlos Suárez & Margarito Luna (hombres de la Inquisición), Víctor Velázquez (funcionario de la Inquisición), Juan Garza (segundo rival), Jorge Mateos, Roy Fletcher (agente de seguridad de la arena).
©dwilt
©traducción mQh
©ciudadela 60, agosto 2003
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