Santo contra Capulina
Un científico loco trata de seducirlo con una mujer en bikini. Pero resulta ser un robot que estalla cuando el Santo la toca.
No es ni una gran película ni un bodrio, pero iba ciertamente dirigida más al público de Capulina (particularmente niños) que al fan legal del Santo (aunque el Santo también era popular entre los niños). No hay incluso luchas en la película y aparte unas escenas en un gimnasio, el Santo aparece como agente de policía normal más que como el enmascarado héroe profesional.
Capulina es un celador nocturno del almacén de una firma de exportación pero, como deberíamos saberlo, gasta gran parte de su tiempo durmiendo. Dos ladrones entran al hotel a robar unas cajas, pero son sorprendidos por el Santo. Estalla una pelea. Despierta sólo para felicitar al Santo. Trata de ayudarlo y agarra a uno de los ladrones en una caja de embalaje -pero es al Santo al que agarra. Los dos rufianes escapan.
Las cajas que quieren robar contienen vajilla que, al romperla, revelan su contenido de diamantes. Santo y el jefe de policía creen que puede haber más en el almacén y deciden vigilarlo. Entretanto, Capulina se ha conseguido una máscara del Santo en una tienda. Se la pone y sale a dar un paseo por la calle. Los dos ladrones del almacén lo ven y creen que es el verdadero Santo. "Pero está tan gordo", dice uno de ellos. "Idiota", replica el otro. "Probablemente lleva un chaleco antibalas". Siguen a Capulina hasta una cancha, donde dirige a un grupo de niños, y se convencen de haber descubierto la identidad secreta del Santo.
Desayunando junto a la piscina de su palaciega mansión, el Santo se sorprende al ver a una joven mujer en bikini, guiñándole sus grandes ojos. Pero él la empuja a la piscina y ella explota. Era un robot, construido por un científico en la planilla de Cedric, el genio del crimen, que odia al Santo.
En el gimnasio, el Santo ve a una joven ocultándose en su camerino -dice que es reportera y que quiere entrevistarlo y que estaba tratando de tomarle una foto sin la máscara. En el gimnasio un nuevo luchador derrota con facilidad a todo el mundo. Santo descubre que se trata de un robot.
Esa noche en el almacén, el Santo le pide a Capulina que lo ayude a capturar a los bandidos y le entrega un reloj-alarma para que lo llame si acaso es necesario. Después de que Santo se va, los dos matones vuelven al almacén con la intención de colocar bombas y destruir así las pruebas, pero son sorprendidos por Capulina. Pensando que se trata del Santo, huyen. Sin embargo, Cedric los manda de vuelta y entonces noquean a Capulina y lo llevan a su escondite
El científico hace un doble de Capulina, pero el rechoncho cómico se escapa. Entretanto, el jefe de la policía también ha sido secuestrado y reemplazado por un robot doble, que trata, sin éxito, de matar al Santo.
En el estadio, la reportera está tratando de seducir al Santo en su camerino cuando Capulina entra intempestivamente. Trata de explicar incoherentemente lo que ha ocurrido, pero el Santo no le hace caso. Poco después, el robot doble de Capulina le da al Santo una pista falsa para llevarlo a una emboscada más tarde esa noche. El verdadero Capulina cree que la joven es la novia del Santo, y cuando ella le da una cámara de televisión minúscula para tomar fotos del Santo sin máscara, él accede. La reportera es la hija del científico que trabaja para Cedric y la han obligado a ayudar al villano a cambio de la vida de su padre, que es más un prisionero que un cómplice del contrabandista.
Capulina le pide al Santo que si alguna vez se quita la máscara para comer, dormir, asearse, etc. "Por supuesto, no nací con ella", dice el Santo. Acepta quitarse la máscara a cambio de que Capulina le ayude a capturar a los malvados -pero debajo de la máscara lleva otra igual.
Esa noche, el robot Capulina ataca al Santo en el almacén, pero con la ayuda del verdadero Capulina (que blande un bate de béisbol) el robot es reducido. Capulina ahora se hace pasar por el robot para que lo conduzcan hacia el escondite. El científico, su hija y el jefe de la policía tratan de escapar en el momento en que aparece el Santo. Hay una camorra general al cabo de la cual los malos son finalmente capturados. La película termina con una escena en la cancha: el perezoso Capulina está sentado en la silla de ruedas de Cedric, exhortando a hacer ejercicios a sus jóvenes amigos.
1968 Director René Cardona [Sr.] Guión Alfredo Zacarías Reparto Gaspar Henaine Capulina (Capulina), Santo (él mismo), Liza Castro (hija del científico), Crox Alvarado (jefe de policía), Carlos Agosti (Cedric), Miguel Gómez Checa (científico), Nothanael León Frankestein (matón), Mario García Harapos (propietario de tienda de juguetes), Juan Garza (matón); René Cardona III, Jorge Guzmán*, Gerardo Badín, Guillermo Domínguez, Rogelio Guerra; Carlos Suárez (empleado del gimnasio), Arturo Silva, Rogelio Gaona, Marisela Irigollen (robot femenino), Guillermo Hernández Lobo Negro (robot luchador) , Ángel di Stefani (jefe de Capulina).
*[Jorge Guzmán es probablemente el hijo del Santo, que se haría llamar más tarde, justamente, El Hijo del Santo; René Cardona III es el nieto del director, Gerardo Badín está probablemente emparentado con el productor, Anuar Badín. Rogelio Guerra no es el actor maduro del mismo nombre, pero podría ser su hijo].
©dwilt
©traducción mQh
©ciudadela 62, octubre 2003
Capulina es un celador nocturno del almacén de una firma de exportación pero, como deberíamos saberlo, gasta gran parte de su tiempo durmiendo. Dos ladrones entran al hotel a robar unas cajas, pero son sorprendidos por el Santo. Estalla una pelea. Despierta sólo para felicitar al Santo. Trata de ayudarlo y agarra a uno de los ladrones en una caja de embalaje -pero es al Santo al que agarra. Los dos rufianes escapan.
Las cajas que quieren robar contienen vajilla que, al romperla, revelan su contenido de diamantes. Santo y el jefe de policía creen que puede haber más en el almacén y deciden vigilarlo. Entretanto, Capulina se ha conseguido una máscara del Santo en una tienda. Se la pone y sale a dar un paseo por la calle. Los dos ladrones del almacén lo ven y creen que es el verdadero Santo. "Pero está tan gordo", dice uno de ellos. "Idiota", replica el otro. "Probablemente lleva un chaleco antibalas". Siguen a Capulina hasta una cancha, donde dirige a un grupo de niños, y se convencen de haber descubierto la identidad secreta del Santo.
Desayunando junto a la piscina de su palaciega mansión, el Santo se sorprende al ver a una joven mujer en bikini, guiñándole sus grandes ojos. Pero él la empuja a la piscina y ella explota. Era un robot, construido por un científico en la planilla de Cedric, el genio del crimen, que odia al Santo.
En el gimnasio, el Santo ve a una joven ocultándose en su camerino -dice que es reportera y que quiere entrevistarlo y que estaba tratando de tomarle una foto sin la máscara. En el gimnasio un nuevo luchador derrota con facilidad a todo el mundo. Santo descubre que se trata de un robot.
Esa noche en el almacén, el Santo le pide a Capulina que lo ayude a capturar a los bandidos y le entrega un reloj-alarma para que lo llame si acaso es necesario. Después de que Santo se va, los dos matones vuelven al almacén con la intención de colocar bombas y destruir así las pruebas, pero son sorprendidos por Capulina. Pensando que se trata del Santo, huyen. Sin embargo, Cedric los manda de vuelta y entonces noquean a Capulina y lo llevan a su escondite
El científico hace un doble de Capulina, pero el rechoncho cómico se escapa. Entretanto, el jefe de la policía también ha sido secuestrado y reemplazado por un robot doble, que trata, sin éxito, de matar al Santo.
En el estadio, la reportera está tratando de seducir al Santo en su camerino cuando Capulina entra intempestivamente. Trata de explicar incoherentemente lo que ha ocurrido, pero el Santo no le hace caso. Poco después, el robot doble de Capulina le da al Santo una pista falsa para llevarlo a una emboscada más tarde esa noche. El verdadero Capulina cree que la joven es la novia del Santo, y cuando ella le da una cámara de televisión minúscula para tomar fotos del Santo sin máscara, él accede. La reportera es la hija del científico que trabaja para Cedric y la han obligado a ayudar al villano a cambio de la vida de su padre, que es más un prisionero que un cómplice del contrabandista.
Capulina le pide al Santo que si alguna vez se quita la máscara para comer, dormir, asearse, etc. "Por supuesto, no nací con ella", dice el Santo. Acepta quitarse la máscara a cambio de que Capulina le ayude a capturar a los malvados -pero debajo de la máscara lleva otra igual.
Esa noche, el robot Capulina ataca al Santo en el almacén, pero con la ayuda del verdadero Capulina (que blande un bate de béisbol) el robot es reducido. Capulina ahora se hace pasar por el robot para que lo conduzcan hacia el escondite. El científico, su hija y el jefe de la policía tratan de escapar en el momento en que aparece el Santo. Hay una camorra general al cabo de la cual los malos son finalmente capturados. La película termina con una escena en la cancha: el perezoso Capulina está sentado en la silla de ruedas de Cedric, exhortando a hacer ejercicios a sus jóvenes amigos.
1968 Director René Cardona [Sr.] Guión Alfredo Zacarías Reparto Gaspar Henaine Capulina (Capulina), Santo (él mismo), Liza Castro (hija del científico), Crox Alvarado (jefe de policía), Carlos Agosti (Cedric), Miguel Gómez Checa (científico), Nothanael León Frankestein (matón), Mario García Harapos (propietario de tienda de juguetes), Juan Garza (matón); René Cardona III, Jorge Guzmán*, Gerardo Badín, Guillermo Domínguez, Rogelio Guerra; Carlos Suárez (empleado del gimnasio), Arturo Silva, Rogelio Gaona, Marisela Irigollen (robot femenino), Guillermo Hernández Lobo Negro (robot luchador) , Ángel di Stefani (jefe de Capulina).
*[Jorge Guzmán es probablemente el hijo del Santo, que se haría llamar más tarde, justamente, El Hijo del Santo; René Cardona III es el nieto del director, Gerardo Badín está probablemente emparentado con el productor, Anuar Badín. Rogelio Guerra no es el actor maduro del mismo nombre, pero podría ser su hijo].
©dwilt
©traducción mQh
©ciudadela 62, octubre 2003
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