Murió Jack Cardiff
26 de abril de 2009
Cardiff, un creador maravilloso, amable, con miles de recuerdos acumulados, no sólo fue niño actor, mensajero en un estudio de cine a los 15 años o asistente de Hitchcock, sino que con el tiempo se convertiría en uno de los grandes expertos mundiales del tecnicolor, en un reputado director de fotografía, en el ganador de un Oscar, y en un experto realizador, consciente de sus limitaciones, defensor a ultranza de mantener la diferencia entre el cine europeo y el estadounidense. Rememorar su vida y su trabajo es recorrer la historia del cine del siglo XX.
Nació en 1914 en Great Yarmouth (Norfolk, Inglaterra). Sus padres eran comediantes, endurecidos por la vida de pueblo en pueblo. "Cada semana vivía en una ciudad distinta, no tenía casa y llegué a ir a 300 escuelas distintas", aseguraba hace seis años en un homenaje en la Filmoteca de Cataluña. Con cuatro años, Jack ya actuó en un filme mudo, ‘My son, my son’. A los 15, visto que no tenía muchas cualidades interpretativas, comenzó a trabajar de chico de los recados en el filme ‘The informer’: en realidad, su labor se redujo a que el director alemán Arthur Robinson siempre tuviera a mano un vaso de agua de Vichy.
Pero en tiempos de cambio, los espabilados ascendían vertiginosamente, y Cardiff era uno de ellos. Pronto fue asistente de cámara en los rodajes de Alfred Hitchcock, y cuando en 1936 la empresa Technicolor Corporation desembarcó en Londres, Cardiff fue uno de los primeros en acudir a sus cursillos de entrenamiento. "Me encantaban las grandes similitudes entre una pintura y el cuadro de una fotografía, y por eso acabé como director de fotografía, no porque tuviera formación técnica. Quería llevar a la fotografía las ideas de la luz de Rembrandt o de Vermeer y lo que había aprendido en la pintura".
Por eso Jack Cardiff fue el primer operador de cámara de un filme rodado en tecnicolor en el Reino Unido, ‘Wings of the morning’ (1937), con Henry Fonda, y por eso, tras la II Guerra Mundial en la que rodó diversos documentales de propaganda, se convirtió en el tercero a bordo, en el director de fotografía y director de la segunda unidad de los filmes de los genios Michael Powell y Emeric Pressburger.
De sus talentos surgieron ‘Un asunto de vida o muerte’ (1946) -de él fue la idea de rodar todo en color para dejar así las secuencias de la tierra y convertir en un muy especial blanco y negro los momentos del cielo- o ‘Narciso negro’ (1947), con la que obtuvo el Oscar, melodrama que se desarrolla en un convento en el Himalaya pero que se rodó en los londinenses estudios Pinewood. Cardiff prosiguió con su carrera de éxitos: ‘Guerra y paz’ (otra candidatura al Oscar), ‘Los vikingos’ y ‘Fanny’ (tercera selección al premio de Hollywood). En la dirección, su gran éxito fue ‘Sons and lovers’, adaptación de una novela de D. H. Lawrence que obtuvo siete candidaturas a los Oscar, incluida mejor película y dirección.
En 2001 recibió un Oscar honorífico: es el único técnico que lo ha recibido. En los últimos 10 años de su vida dio innumerables charlas y ayudó en lo que pudo en la construcción de una identidad del cine europeo: "Nunca debería intentar copiar las películas de Hollywood, porque en Europa se cuenta con la gran ventaja de la capacidad artística, con el talento que nos diferencia".
©el país
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