Murió Manny Farber
elaine.woo@latimes.com 6 de septiembre de 2008
Profesor emérito de arte en la Universidad de California en San Diego, donde enseñó desde 1970 hasta 1987, Farber murió el lunes, en su casa en el condado de Leucadia al norte de San Diego, de cáncer a los huesos, informó una portavoz de la familia.
Aunque destinó todas sus energías a la pintura hace treinta años, Farber siguió siendo un héroe para las generaciones más jóvenes de cinéfilos y críticos, que mencionan la influencia perdurable de sus escritos, particularmente su ensayo ‘White Elephant Art vs. Termite Art’, de 1962.
Una jeremiada de deslumbrantes y pretenciosas producciones de Hollywood (su ‘Casablank’, por ‘Casablanca’, fue muy comentada), el ensayo proclamaba la preferencia de Farber por actores y directores cuyo arte "avanza royendo sus propios límites y, muy probablemente, no deja otra cosa en su ruta que los signos de una descuidada actividad, tan laboriosa como ansiosa".
Elogió a actores como John Wayne y Jason Robards como actores dedicados y, en otros ámbitos culturales, a los escritores Raymond Chandler y Ross MacDonald.
Los admiradores de Farber observaron que su propia carrera reflejaba la ‘actitud dedicada’ que alababa.
Era un carpintero que convertía pedazos de madera en esculturas, un crítico con una sensibilidad altamente gráfica que consideraba las películas como invenciones espaciales, y un artista que dejó de escribir sobre películas para llevar a la tela sus ideas sobre ellas.
"La pintura y la crítica eran parte del mismo continuum", dijo Peter Rainer, crítico de cine de Christian Science Monitor. "Veía las cosas con mucha pasión y muy individualmente".
Como dijo Farber una vez: "Lo que hago en pintura es como hacer películas. Me dedico a alinear objetos y rutas en la tela, de modo muy parecido a como trabaja un director de cine cuando hace una película".
Su trabajo, en todas sus fases, reflejaba un intelecto alerta, el de alguien que no era para nada "pedante", escribió el crítico J. Hoberman esta semana en el Village Voice. "Tenía un gusto magnífico y un alcance fantástico".
Nació como Emanuel Farber el 20 de febrero de 1917 en Douglas, Arizona, una ciudad cuprífera cerca de la frontera mexicana donde sus padres -inmigrantes judíos rusos- poseían una tienda de abarrotes. Se mudó con su familia a Vallejo, California, en 1932.
Asistió durante un breve período a la Universidad de California en Berkeley antes de pasarse a la Universidad de Stanford, donde empezó a estudiar arte. Después de un año se matriculó en la Academia de Bellas Artes de California, en San Francisco.
Hoberman lo llamó el "inconformista congénito", una disposición que lo caracterizó durante sus años en la universidad.
Para evitar el Proyecto de Empleo del gobierno, el programa de la era de la Depresión que dio empleo a muchos artistas empobrecidos, Farber decidió convertirse en carpintero y pasó las décadas siguientes ganándose la vida como obrero de la construcción en Washington, D.C., y más tarde en Nueva York.
Pero siguió haciendo arte y en 1942 empezó a escribir sobre arte para la New Republic. Escribió una de las primeras reseñas favorables sobre Jackson Pollock.
Cuando el legendario crítico de la New Republic, Otis Ferguson, murió en combate en la Segunda Guerra Mundial, Farber empezó a escribir sobre cine.
Fue una época excitante para cambiar de rumbo, ya que escritores como Ferguson y James Agee empezaron a cambiar la crítica de cine en los años cuarenta.
Cuando Agee dejó el diario The Nation para dedicarse a escribir guiones para Hollywood en 1949, Farber ocupó su lugar.
Con el tiempo, las críticas de cine de Farber se publicarían en otras revistas, incluyendo Artforum, Time, Commentary y Film Comment.
Su trabajo era mencionado en el mismo aliento con el de Agee y Ferguson, y, más tarde, con otros dos influyentes críticos: Pauline Kael y Andrew Sarris.
En 1971, 45 de sus ensayos fueron reunidos en una antología titulada ‘Negative Space’.
Republicada en 1998 por Da Capo Press, contiene ensayos que fueron escritos en colaboración con su tercera esposa, la artista Patricia Patterson, que también contribuía de modo importante a las pinturas de Faber.
Además de Patterson, le sobreviven su hija de un matrimonio previo, Amanda Farber, de San Diego, y un nieto.
Se dice que Farber acuñó el concepto ‘películas underground’. Fue el tema de un ensayo de 1957 donde atacó derechamente a la crítica de cine convencional destacando el talento de directores de películas de acción como Hawks y William Wellman.
Su mayor contribución como crítico de cine fue el modo en que escribía, usando un lenguaje que Rainer describió como salado, pungente, vernáculo y personal. Dijo que Richard Widmark tenía "el aspecto de un jamón que ha sido ahumado, curado y luego revestido con una laca color miel", y comparó a Gregory Peck como "una tabla de planchar".
Describiendo la actuación de Wayne en la película de John Ford, ‘El hombre que mató a Liberty Valance’ [The Man Who Shot Liberty Valance; Un tiro en la noche’] escribió: "La actuación de Wayne está infectada por una especie de espíritu ocioso, sentado sobre sus caderas, haciendo de amargo y divertido contrapunto de la pálida e insípida vida cinematográfica a su alrededor. En un pueblo de Arizona que es demasiado apacible, donde los cactus fueron plantados la noche anterior y con actores elegidos nostálgicamente que se muestran ebrios, cobardes y voraces, Wayne es el actor disciplinado que sólo se concentra en un pedazo de la escena, mordisqueándola con convincente profesionalismo y sentado como desgano en una silla apoyada contra la pared".
En 1977, Farber se dedicó exclusivamente a pintar porque "ya no quería ser visto como el crítico de cine que también pinta".
Exponía habitualmente en Nueva York y fue el tema de dos bien recibidas retrospectivas de sus pinturas organizadas por el Museo de Arte Contemporáneo de San Diego, en 1978 y 2003.
Era mejor conocido por las naturalezas muertas que produjo desde los años setenta hasta su muerte, algunas de las cuales hacían referencia a su vida previa como crítico.
Admitía que pese a las zurras que él mismo propinaba, a menudo encontraba doloroso leer reseñas sobre su arte.
"La crítica", dijo a un entrevistador para Art in America hace unos años, "es muy importante, y difícil. Creo que es lo mejor que puede hacer una persona".
21 de agosto de 2008
©los angeles times
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