Mujeres en el Ring
El deporte, que empezó a seducir a los fans mexicanos en los años treinta, ha conquistado un pequeño pero ferviente grupo de seguidores entre estadounidenses que se han enamorado de luchadores legendarios como el Santo, Blue Demon, Mil Máscaras y Fray Tormenta. El público mexicano toca cornetas y agita matracas con entusiasmo, mientras los enmascarados púgiles exhiben un estilo de lucha que se caracteriza por sus movidas acrobáticas aéreas. A menudo la acción desborda el ring y se traslada a las primeras hileras de la audiencia.
Los fans acogen el deporte de una variedad de maneras. Hace casi diez años, Keith Rainville, nativo de Whithinsville, empezó a introducir la lucha a audiencias de habla inglesa en todo el mundo a través de su revista From Parts Unknown. Después de convertirse en una apasionada de la lucha gracias a From Parts Unknown, D'Amour reclutó hace casi dos años a otras cuatro mujeres para participar en La Gata Negra: La Liga de Mujeres Luchadoras Enmascaradas, un grupo de lucha alternativo, inspirado fuertemente en la lucha libre, que ha actuado en el T.T. the Bear's, el Coolidge Corner Theatre, y en el College of Art de Massachusetts. También hay luchadoras locales profesionales, como Nikki Roxx y Ariel, que viajan a México, donde pelean en la Lucha Libre Femenil, la liga mexicana de mujeres luchadoras.
Pero la lucha libre se extiende por todo el país. El Lucha Va Voom, de Los Angeles, ofrece una mezcla de burlesque y lucha libre con importantes púgiles de México. Fans en St. Louis, Chicago, y Los Angeles, pueden disfrutar de auténticos luchadores protagonistas mexicanos.
Ahora la lucha libre está tratando de salir de la marginalidad con ‘Nacho Libre', que se estrena el viernes, una película basada libremente en la historia de Fray Tormenta. El sacerdote mexicano trabajó durante 23 años como un popular luchador para reunir dinero para su orfelinato. Algunos piensan que la película -que reúne a Jared Hess, director de ‘Napoleón Dinamita', con Mike White, el guionista de ‘Escuela de rock' [School of Rock]- puede sacar a la lucha libre de la subcultura y convertirla en un fenómeno pop.
Como es normal en estos casos, la transición no ha sido muy fluida. Algunos fans cotillean sobre la insensibilidad de los directores de poner en el reparto a un anglosajón (el actor Jack Black es un batallador cocinero que lucha por reunir dinero para alimentar a los huérfanos de su monasterio) como mexicano; de hecho, dice Hess, que dirigió ‘Nacho Libre' y co-escribió el guión, el personaje de Black es el hijo huérfano de una misionera escandinava y un diácono mexicano.
Otros fans temen perder el control de su venerado deporte a medida que se hace más popular.
"Sabes", dice D'Amour, una vecina de Pawtucket, Rhode Island, de 25 años, "creo que vas a tener sentimientos mezclados... con cualquier cosa que tenga que ver con un culto marginal. Quieres que la gente que hace la lucha libre reciba lo que es debido y hagan dinero y sean más accesibles, incluso para ti. Pero al mismo tiempo, corres el riesgo de una saturación y comercialización excesivas".
Camp Con Tortazos
Hess, 26, que tomó contacto con la cultura de la lucha libre hace unos diez años en la escuela secundaria cuando vio de casualidad una película del Santo en Galavisión, no comparte los temores de D'Amour. Ha coleccionado unos 25 DVDés de películas con luchadores como protagonistas, películas B de los días de apogeo de las películas de luchadores que empezaron en los últimos cincuenta años, y habla tan apasionadamente como cualquier otro fan.
La lucha, dice Hess, "es algo que, en México, será siempre lo que es... Aunque devenga popular aquí en Estados Unidos, no creo que pueda ser cambiada de manera fundamental".
De vuelta en los estudios Pilates, D'Amour se rodea de su colección de recuerdos de la lucha libre. Un diminuta figurita de Mil Máscaras con su capa roja y máscara blanca. Un pequeña pila de la revista From Parts Unknown. Programas de las actuaciones de Lucha Va Voom. Un puñado de DVDés de lucha libre clásicos.
From Parts Unknown se concentraba pesadamente en películas que, de acuerdo a Rainville, los mexicanos consideran "un género barato". Entre 1996 y 2000, la revista vendió entre tres mil y cinco mil ejemplares al año (ahora se encuentra online en www.frompartsunknown.net). Los creadores de la caricatura ‘¡Mucha Lucha!' leyeron From Parts Unknown; Rainville se convirtió en un personaje lo suficientemente influyente como para que el grupo que elaboró la primera Lucha Va Voom lo contratara como consultor.
"El cine clásico -eso era la mitad de lo que cubríamos", dice Rainville, que ahora vive en Los Angeles. "Hay más de 140 o 150 o más películas B hechas entre mediados de los años cincuenta y ochenta en México. Son las películas más maravillosas que he visto en mi vida".
Con sus imágenes visuales de luchadores vestidos con trajes nuevos de hombres de negocios y máscaras de lucha color de caramelo, las películas son camp de alto nivel mezcladas con una impresionante fisicalidad. Pero no hay que confundir la lucha libre con la popular lucha americana, que Rainville cree que ha estado en decadencia después de alcanzar su apogeo en los años noventa. La lucha es algo de lo que pueden disfrutar familias enteras, a diferencia de World Wrestling Entertainment, que D'Amour y cohortes se quejan de que presenta a las mujeres de manera exageradamente sexual.
"Espero que la gente no vea ‘Nacho Libre' y diga: ‘¿Qué es esto, Hulk Hogan?'", dice Rainville. "La lucha libre es algo enteramente diferente. No trata de esteroides e índices de rating gigantes y patrocinadores comerciales. Se trata de seis tipos en un ring en un mercadillo en Juárez con 150 personas de público que están, al mismo tiempo, comiendo churros y bebiendo cerveza Corona".
Convertirlo En Algo Propio
En estos días no tienes que ser mexicano para convertirte en un púgil de lucha libre.
Nicole Raczynski, que pelea bajo el nombre de Nikki Roxx, viajó a México durante 2004 a 2005 para pelear en la Lucha Libre Femenil. Pasaba algunas semanas en su casa en New Hampshire para luego volar a Monterrey, México, donde los organizadores le pagaban su nuevo apartamento. Raczynski no habla español, así que después de aprobar el examen físico para obtener su permiso, aprendió la mecánica de la lucha libre en el ring.
"Es mucho más rápido" que la lucha americana, dice Raczynski, "con muchas más acrobacias aéreas... y mayor impacto. Nosotras, los estadounidenses, nos sorprendemos cuando las luchadoras mexicanas nos pegan, porque son tan chicas. ‘Esto no me va a doler'. Pero duele".
Las lonas de los rings son también más duras que los de Estados Unidos.
"Es igual de duro que un suelo de tierra", dice Raczynski. "Concreto. Había algunos rings que estaban tan mal que hacía todo lo posible para no caerte; tenías que pelear a tope para que no te empujaran".
Los cinco miembros de la tripulación de La Gata Negra pelean en colchonetas. Las lenguas de las damas permanecen firmemente encerradas en sus mejillas mientras traman batallas para su loca colección de personajes de la lucha libre. Han creado un dúo de monjas llamado los Malos Hábitos contra dos colegialas sureñas que llaman las Gemelas Irlandesas. Para otro espectáculo, las luchadoras extranjeras St. Brawley Girl [La Chica de San Braulio] y la Swiss Fist [El Puño Suizo] lucharon por sus tarjetas verdes contra las americanas GI Jane Doe y Missy America. Entregan información sobre las biografías de sus personajes en www.lagatanegra.com
Las mujeres crean sus movidas estudiando las luchas en películas clásicas. Ama Allara, 35, miembro de La Gata Negra y propietaria del estudio Allston Pilates donde el grupo practica, se asegura de que lo hagan sin incidentes. Pero su presencia no ha impedido que las mujeres sufran su parte de fracturas y rosetones. D'Amour se quebró el tobillo durante un match; Lisa Magnani, 26, una recluta de las clases de Allara, se abrió una vez su barbilla.
Luego están las ocasionales fallas de guardarropa. Durante un match, el traje de Mistress Cheetah [Amante Chita] de Allara se deslizó, mostrando al público su pecho desnudo.
"Carrie me había hecho una llave y me tenía agarrada con mis brazos sobre mi cabeza", cuenta Allara. "No había nada que yo pudiera hacer".
¿Qué hace que las mujeres vuelvan a por más a las colchonetas?
"Te sientes realmente fuerte", dice la vecina de Allston, Alissa Grenman, 25, otra recluta de las clases de Allara. "Te siente como: ‘Oh, Dios mío, esto es divertido, son mujeres fuertes y montan estos estupendos espectáculos y todos mis amigos pueden verme... Te da poder'".
12 de junio de 2006
©boston globe
©traducción mQh
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