Santo contra los Cazadores de Cabezas
Los indios jíbaros se proponen sacrificar a Mariana en honor a sus dioses. El Santo viaja al Amazonas y combate con cocodrilos, jaguares, murciélagos e indios reducidores de cabezas.
La película abre con un primer plano distorsionado del Santo cuando pelea contra cuatro hombres en un departamento abandonado. Llega la policía y arresta a tres de los malvados, pero el jefe -al que Santo identifica como el jefe extranjero de una banda de contrabandistas de drogas- logra escapar, dejando un puñal de bambú. (La escena transcurre en México).
Es el mismo tipo de puñal que -según cuenta el rico explorador Alonso Grijalva a un grupo de amigos- usaban los indios jíbaros para cortar las cabezas de sus enemigos: al llegar a este punto les muestra una cabeza reducida. (Pareciera que don Alonso vive en América del Sur, pero no queda claro).
Entretanto, el hombre que peleó con el Santo, Tirso, está de regreso en las selvas del Amazonas. Trata de convencer al jefe de una tribu de jíbaros de que deja de hacer guerra contra otras tribus y se unan para luchar contra los blancos. Los jíbaros son los descendientes de los incas, a los que los españoles les robaron el imperio. En venganza, Tirso propone secuestrar a Mariana, la hija de don Alonso, y sacrificarla a los dioses.
Mariana recibe, por correo, un enorme amuleto de oro y, más tarde, una orquídea negra y algunas esmeraldas. Alonso consulta al profesor Castro, que está de acuerdo en que Mariana ha sido elegida Novia del Sol'. Los nativos la colman de riquezas y entonces, con luna llena, la sacrifican. Castro se contacta con el Santo por radio, pero el Santo dice que tiene que viajar a Londres y que no volverá en tres días.
Cuando el Santo aterriza su ligero avión en algún lugar de América del Sur y se encuentra con Castro, ya es demasiado tarde: Mariana ha sido secuestrada gracias a la traición de Husca, el mayordomo de toda la vida de don Alonso y que resulta ser un topo de los jíbaros. El Santo, Alonso, Carlos (el novio de Mariana) y el profesor Castro conducen una expedición para rescatarla.
Ahora comienza la larga marcha. Durante la expedición Santo y sus amigos son amenazados por cocodrilos (Santo lucha con uno de ellos), jaguares (Santo bate a uno), murciélagos, anguilas eléctricas, guerreros jíbaros y traidores. Finalmente, sólo el Santo, Carlos y Alonso quedan con vida. Llegan a una aldea jíbara justo cuando comienza la ceremonia: estalla una pelea y Husca es matado por uno de sus propios hombres por amenazar con apuñalar a Mariana. El Santo derrota al jefe, pero le perdona la vida, ganándose así un pasaje libre hacia la seguridad. Tirso trata de intervenir y el Santo agarra una lanza y pone fin a su vileza. El Santo, Alonso, Carlos y Mariana vuelven a la civilización.
1969 Dirección/Guión René Cardona Sr. Argumento Adolfo Torres Portillo Reparto Santo (él mismo), Nadia Milton (Mariana de Grijalva), Freddy Fernández (Carlos), René Cardona Sr. (don Alonso Grijalva), Enrique Lucero (Husca), Enrique Pontón (Prof. Castro), Guillermo Hernández (Tirso), Manuel González, Margarito Luna (aldeano matado por un dardo), Antonio Miranda, M. Moreno Orozco, Sergio Llanes, Víctor Almazán, Carlos Suárez (Pancho, guía), René Barrera (Rito, cargador), Carolina Barret (nativa), Gloria Chávez, Arturo Silva.
©dwilt
©traducción mQh
©ciudadela 63, noviembre 2003
Es el mismo tipo de puñal que -según cuenta el rico explorador Alonso Grijalva a un grupo de amigos- usaban los indios jíbaros para cortar las cabezas de sus enemigos: al llegar a este punto les muestra una cabeza reducida. (Pareciera que don Alonso vive en América del Sur, pero no queda claro).
Entretanto, el hombre que peleó con el Santo, Tirso, está de regreso en las selvas del Amazonas. Trata de convencer al jefe de una tribu de jíbaros de que deja de hacer guerra contra otras tribus y se unan para luchar contra los blancos. Los jíbaros son los descendientes de los incas, a los que los españoles les robaron el imperio. En venganza, Tirso propone secuestrar a Mariana, la hija de don Alonso, y sacrificarla a los dioses.
Mariana recibe, por correo, un enorme amuleto de oro y, más tarde, una orquídea negra y algunas esmeraldas. Alonso consulta al profesor Castro, que está de acuerdo en que Mariana ha sido elegida Novia del Sol'. Los nativos la colman de riquezas y entonces, con luna llena, la sacrifican. Castro se contacta con el Santo por radio, pero el Santo dice que tiene que viajar a Londres y que no volverá en tres días.
Cuando el Santo aterriza su ligero avión en algún lugar de América del Sur y se encuentra con Castro, ya es demasiado tarde: Mariana ha sido secuestrada gracias a la traición de Husca, el mayordomo de toda la vida de don Alonso y que resulta ser un topo de los jíbaros. El Santo, Alonso, Carlos (el novio de Mariana) y el profesor Castro conducen una expedición para rescatarla.
Ahora comienza la larga marcha. Durante la expedición Santo y sus amigos son amenazados por cocodrilos (Santo lucha con uno de ellos), jaguares (Santo bate a uno), murciélagos, anguilas eléctricas, guerreros jíbaros y traidores. Finalmente, sólo el Santo, Carlos y Alonso quedan con vida. Llegan a una aldea jíbara justo cuando comienza la ceremonia: estalla una pelea y Husca es matado por uno de sus propios hombres por amenazar con apuñalar a Mariana. El Santo derrota al jefe, pero le perdona la vida, ganándose así un pasaje libre hacia la seguridad. Tirso trata de intervenir y el Santo agarra una lanza y pone fin a su vileza. El Santo, Alonso, Carlos y Mariana vuelven a la civilización.
1969 Dirección/Guión René Cardona Sr. Argumento Adolfo Torres Portillo Reparto Santo (él mismo), Nadia Milton (Mariana de Grijalva), Freddy Fernández (Carlos), René Cardona Sr. (don Alonso Grijalva), Enrique Lucero (Husca), Enrique Pontón (Prof. Castro), Guillermo Hernández (Tirso), Manuel González, Margarito Luna (aldeano matado por un dardo), Antonio Miranda, M. Moreno Orozco, Sergio Llanes, Víctor Almazán, Carlos Suárez (Pancho, guía), René Barrera (Rito, cargador), Carolina Barret (nativa), Gloria Chávez, Arturo Silva.
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©traducción mQh
©ciudadela 63, noviembre 2003
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