La Casa Comegente
[A.P. Sott] ‘Monster House', un logrado largometraje de animación, con fantasmas e implantes.
Uno de los arquetipos más espeluznantes de nuestra imaginación infantil -la oscura y misteriosa casa al otro lado de la calle- es devuelta literalmente a la vida en ‘Monster House', un largometraje de animación maravillosamente terrorífico, dirigido por Gil Kenan.
Al principio, la casa, ubicada en una cuadra de barrio perfectamente corriente, no parece otra cosa que la desvencijada casa del señor Nebbercracker, un viejo cascarrabias con los dientes malos, espeluznantes implantes y con la voz de Steve Buscemi. Pronto queda claro -para un valiente niño-detective llamado DJ y sus dos jóvenes compinches, y luego para todo el mundo- que la destartalada mansión victoriana está poseída por una fuerza maligna y demoníaca. Se apodera de los juguetes; se come a la gente. Y ya que se trata de una película dirigida a una audiencia para la que las funciones corporales más asquerosas son una perpetua fuente de carcajadas, la vuelve a vomitar. La casa ruge, eructa, escupe fuego y al final resulta ser... Kathleen Turner.
Si digo que ‘Monster House' es, de momento, la mejor película infantil del verano (‘Ant Bully' y ‘Barnyard' se incorporarán a la competencia en las próximas semanas), podría sonar como un elogio extravagante -o quizás como un elogio contenido. De cualquier modo, la modestia puede ser considerada, junto con su ingenio, una de las virtudes de la película. Dura 86 minutos -durante los cuales no observé ni un movimiento de mis acompañantes de 7 años- y no pierde el tiempo en Lecciones Valiosas pegadas normalmente en las películas para la familia, como etiquetas de nutrición en cajas de cereales azucarados, para confortar a padres ansiosos de que la porquería tiene algún valor. ‘Monster House' es una película sin pretensiones, escrita elegantemente (por Dan Harmon, Rob Schrab y Pamela Pettler) y muy divertida.
También representa para los nerds tecnológicos entre el público, un interesante refinamiento de las técnicas de animación. Como ‘El expreso polar' de Robert Zemecki, ‘Monster House' (en la que Zemecki hizo de productor ejecutivo) utiliza movimientos captados digitalmente de actores reales antes que algoritmos creados en el ordenador sobre la base de imágenes animadas. La gente en la película se ven un poco como figuritas modeladas en plástico (las de ‘El expreso polar' se veían como muñecas de porcelana), pero sus gestos son asombrosamente fluidos e imprevisibles, haciendo que apreciamos la calidad de la actuación mejor que en las películas corrientes de animación. Las posturas y gestos de DJ (Mitchell Musso) y sus amigos -un niño regordete llamado Chowder (Sam Lerner) y una pija pelirroja llamada Jenny (Spencer Locke)- se ven todos genuinamente espontáneos y traviesos. Parecen niños de verdad, antes que muñecos de cartón super bonitos y cabezones.
Y por lo general también hablan y se comportan como niños de verdad, o, al menos, como personajes sacados de la rica tradición de niños héroes valientes e intelectualmente curiosos. DJ desciende de la Enciclopedia Brown (quizás mediante Jimmy Neutron, pero qué importa) y Jenny tiene un temperamental parecido con Harriet la Espía. Estoy seguro que Chowder os hará recordar a alguien de la escuela, donde quiera que fuese. Los adultos de la película -los nerviosos padres de DJ (Fred Willard y Catherine O'Hara), que se marchan a un congreso de dentistas el día antes de Halloween, Zee (Maggie Gyllenhaal), la gruñona niñera que ocupa su lugar, y los torpes agentes de policía de la ciudad (Kevin James y Nick Cannon)- son previsiblemente inútiles. Los niños, dejados a sus aires, deben luchar contra el mal que, sin que nadie se de cuenta, florece entre ellos.
Kenan -este es su largometraje debut- es un entretenido narrador. ‘Monster House' también lleva el inconfundible sello creativo de Zemeckis y su colega como productor ejecutivo, Steven Spielberg. Hay pocos momentos de divertidos auto-homenajes: un balón de baloncesto Wilson con una cara humana emborronada; aparatos de fontanería cobran vida con los sigilosos movimientos de los dinosaurios de ‘Parque Jurásico'; un Halloween suburbano sacado de ‘E.T.' Pero la huella más profunda de la influencia de Spielberg en particular reside en la evocación, en la película, de la infancia como un estado de asombro teñido de tinieblas. La ausencia de adultos que lo controlen todo a la vez da miedo y es excitante, y la casa monstruosa recordará a los públicos de todas las edades el placer de pasar susto sin empujar el temor más allá de límites confortables.
Como en la mayoría de las historias de fantasmas, el miedo representa otras emociones -pena, desilusión, soledad- y las secuencias de clímax de la película combinan las sensaciones de terror con un delicado pathos de ensueño. El escenario suburbano corriente se convierte (como ocurrió en ‘E.T.' y en ‘Regreso al futuro') en una zona de encanto, en parte gracias a que parece tan real.
Al principio, la casa, ubicada en una cuadra de barrio perfectamente corriente, no parece otra cosa que la desvencijada casa del señor Nebbercracker, un viejo cascarrabias con los dientes malos, espeluznantes implantes y con la voz de Steve Buscemi. Pronto queda claro -para un valiente niño-detective llamado DJ y sus dos jóvenes compinches, y luego para todo el mundo- que la destartalada mansión victoriana está poseída por una fuerza maligna y demoníaca. Se apodera de los juguetes; se come a la gente. Y ya que se trata de una película dirigida a una audiencia para la que las funciones corporales más asquerosas son una perpetua fuente de carcajadas, la vuelve a vomitar. La casa ruge, eructa, escupe fuego y al final resulta ser... Kathleen Turner.
Si digo que ‘Monster House' es, de momento, la mejor película infantil del verano (‘Ant Bully' y ‘Barnyard' se incorporarán a la competencia en las próximas semanas), podría sonar como un elogio extravagante -o quizás como un elogio contenido. De cualquier modo, la modestia puede ser considerada, junto con su ingenio, una de las virtudes de la película. Dura 86 minutos -durante los cuales no observé ni un movimiento de mis acompañantes de 7 años- y no pierde el tiempo en Lecciones Valiosas pegadas normalmente en las películas para la familia, como etiquetas de nutrición en cajas de cereales azucarados, para confortar a padres ansiosos de que la porquería tiene algún valor. ‘Monster House' es una película sin pretensiones, escrita elegantemente (por Dan Harmon, Rob Schrab y Pamela Pettler) y muy divertida.
También representa para los nerds tecnológicos entre el público, un interesante refinamiento de las técnicas de animación. Como ‘El expreso polar' de Robert Zemecki, ‘Monster House' (en la que Zemecki hizo de productor ejecutivo) utiliza movimientos captados digitalmente de actores reales antes que algoritmos creados en el ordenador sobre la base de imágenes animadas. La gente en la película se ven un poco como figuritas modeladas en plástico (las de ‘El expreso polar' se veían como muñecas de porcelana), pero sus gestos son asombrosamente fluidos e imprevisibles, haciendo que apreciamos la calidad de la actuación mejor que en las películas corrientes de animación. Las posturas y gestos de DJ (Mitchell Musso) y sus amigos -un niño regordete llamado Chowder (Sam Lerner) y una pija pelirroja llamada Jenny (Spencer Locke)- se ven todos genuinamente espontáneos y traviesos. Parecen niños de verdad, antes que muñecos de cartón super bonitos y cabezones.
Y por lo general también hablan y se comportan como niños de verdad, o, al menos, como personajes sacados de la rica tradición de niños héroes valientes e intelectualmente curiosos. DJ desciende de la Enciclopedia Brown (quizás mediante Jimmy Neutron, pero qué importa) y Jenny tiene un temperamental parecido con Harriet la Espía. Estoy seguro que Chowder os hará recordar a alguien de la escuela, donde quiera que fuese. Los adultos de la película -los nerviosos padres de DJ (Fred Willard y Catherine O'Hara), que se marchan a un congreso de dentistas el día antes de Halloween, Zee (Maggie Gyllenhaal), la gruñona niñera que ocupa su lugar, y los torpes agentes de policía de la ciudad (Kevin James y Nick Cannon)- son previsiblemente inútiles. Los niños, dejados a sus aires, deben luchar contra el mal que, sin que nadie se de cuenta, florece entre ellos.
Kenan -este es su largometraje debut- es un entretenido narrador. ‘Monster House' también lleva el inconfundible sello creativo de Zemeckis y su colega como productor ejecutivo, Steven Spielberg. Hay pocos momentos de divertidos auto-homenajes: un balón de baloncesto Wilson con una cara humana emborronada; aparatos de fontanería cobran vida con los sigilosos movimientos de los dinosaurios de ‘Parque Jurásico'; un Halloween suburbano sacado de ‘E.T.' Pero la huella más profunda de la influencia de Spielberg en particular reside en la evocación, en la película, de la infancia como un estado de asombro teñido de tinieblas. La ausencia de adultos que lo controlen todo a la vez da miedo y es excitante, y la casa monstruosa recordará a los públicos de todas las edades el placer de pasar susto sin empujar el temor más allá de límites confortables.
Como en la mayoría de las historias de fantasmas, el miedo representa otras emociones -pena, desilusión, soledad- y las secuencias de clímax de la película combinan las sensaciones de terror con un delicado pathos de ensueño. El escenario suburbano corriente se convierte (como ocurrió en ‘E.T.' y en ‘Regreso al futuro') en una zona de encanto, en parte gracias a que parece tan real.
Monster House
Dirección Gil Kenan Guión Dan Harmon, Rob Schrab y Pamela Pettler Director de Fotografía, Xavier Pérez Grobet Montaje Adam P. Scott y Fabienne Rawley Imágenes y Animación Sony Pictures Imageworks Inc. Música Douglas Pipes Diseño de Producción Ed Verreaux Producción Steve Starkey y Jack Rapke Distribución Columbia Pictures. Duración 86 minutos.
Con las voces de Steve Buscemi (Nebbercracker), Nick Cannon (Lister), Maggie Gyllenhaal (Zee), Jon Heder (Skull/The Pizza Chef), Kevin James (Landers), Jason Lee (Bones), Sam Lerner (Chowder), Spencer Locke (Jenny), Mitchel Musso (DJ), Catherine O'Hara (Mom), Kathleen Turner (Constance) y Fred Willard (Dad).
22 de julio de 2006
©new york times
viene de mQh
1 comentario
eeeeeee -