Murió Richard Widmark
Actor. Representaba a matones y héroes.
[Dennis McLellan] Murió Richard Widmark, que tuvo en 1947 un memorable debut como un asesino sádico e imbuyó más tarde a sus personajes de un marcado cinismo urbano y un carácter imprevisible. Tenía 93 años.
Widmark murió el lunes en su casa en Roxbury, Connecticut, después de una larga enfermedad, informó al Times su esposa Susan Blanchard. Dijo que una vértebra que Widmark se fracturó en el otoño del año pasado, fue el principio de su enfermedad.
"He perdido a un gran amigo. Es difícil tener amigos como él", dijo al Times Karl Malden, que conoció a Widmark en Nueva York cuando los dos buscaban "trabajo en la radio" a principios de los años cuarenta y apareció más tarde en cinco películas con él.
"Era un muy buen actor", dijo Malden. "Sabía lo que hacía, lo hacía bien, y detestaba a los que trabajaban con él sin estar preparados".
Sidney Poitier, que actuó en tres películas con Widmark, dijo al Times que Widmark "deja una huella como un muy buen actor".
"Su trabajo creativo es indeleble en el cine y nos recordará lo que era como artista y como ser humano", dijo Poitier.
Igualmente creíble cuando hacía de héroe que de matón, Widmark retrató a un amplio reparto de personajes en una carrera cinematográfica que se extendió por más de setenta películas desde fines de los años cuarenta hasta principios de los noventa.
Fue un furioso racista en ‘No hay salida' [No Way Out] (1950), de Joseph L. Mankiewicz, un fiscal obsesionado en ‘Vencedores o vencidos' ]Judgment at Nuremberg] (1961), un autoritario capitán de un destructor de la Armada durante la Guerra Fría en ‘Estado de alarma' [The Bedford Incidente] (1965) y un rudo detective de la policía de Nueva York en ‘Brigada homicida' [Madigan] (1968), de Don Siegel.
El espigado y robusto Widmark, sobre el que el director Samuel Fuller dijo una vez que "nadie camina y habla como él", era conocido por sentirse igualmente cómodo montado en un caballo -en películas como ‘Cielo amarillo' [Yellow Sky], de William Wellman, ‘El gran combate'‘ [Cheyenne Autumn] y ‘Dos cabalgan juntos' [Two Rode Together], de John Ford, ‘El Álamo', de John Wayne, y en el largometraje épico ‘La conquista del Oeste' [How the West Was Won].
Pero fue como Tommy Udo, el sádico gángster de Nueva York en el clásico del cine negro ‘El beso de la muerte' [Kiss of Death], de Henry Hathaway, de 1947, que Widmark causó el impacto más perdurable.
Widmark había estado trabajando bastante bien durante casi una década como actor de radio en Nueva York, y actor de teatro en Broadway, cuando fue contratado para el memorable papel secundario que lo puso en la ruta al estrellato.
‘El beso de la muerte', con Victor Maure como un truhán de poca monta y hombre de familia que trabaja reluctantemente para la policía informando sobre sus ex compañeros para salir de prisión con libertad condicional. Pero Widmark se robó la película como el vengativo Udo, que amarra alegremente a una mujer a su silla de ruedas con el cordón de una lámpara y luego la empuja escaleras abajo.
La escalofriante actuación de Widmark llevó al crítico de cine James Agee a decir, sobre el personaje de Widmark, que "está claro que el asesinato es una de las cosas más buenas que puede hacer".
Widmark recibió su única nominación a un Oscar -como el mejor actor secundario- y un Globo de Oro como "el novato más prometedor" por su papel en ‘El beso de la muerte'.
El bobo asesino de Widmark en ‘El beso de la muerte' causó una gran impresión entre los cinéfilos, pero también impactó al actor mismo.
"No me había visto nunca en la pantalla, y cuando lo hice, quería pegarme un tiro", dijo al New Yorker en 1961. "¡Esa maldita risa mía! Después de la película, estuve dos años sin reírme. Hice ese papel de ese modo porque el guión me pareció divertido y el papel que me tocó me hacía reír. El tipo era ridículo de bestia. Yo estaba trabajando en ‘Inner Sanctum' en la radio en esa época, y recuerdo haber leído el guión de ‘El beso de la muerte' a algunos amigos y les dije: ‘Me llegó un montón de esto', y me eché a reír, porque era terriblemente divertido".
Y así, dijo, hizo su papel en la película.
"No creo que se haya vuelto a repetir ese tipo de conducta antisocial en alguna película, y nunca repitió una canallada semejante en otras películas", dijo al Times el crítico de cine Richard Schickel en 2002.
Pero, dijo Schickel, incluso como protagonista "había un tipo de cinismo urbano esencial en Widmark que era realmente diferente de los patos malos urbanos de películas previas en la vena de James Cagney o John Garfield, en los que asomaba una especie de ternura".
"Para mí, es una de esas personas que siempre me alegraba ver en la pantalla, porque prometía algo que no era enteramente convencional. Había algo ligeramente misterioso en su conducta, y sentía que podía ser imprevisible".
Widmark, agregó Schickel, fue más tarde un protagonista mucho más convencional, aunque sus retratos transmitían "una suerte de conciencia de que el mundo no siempre funcionaba para los mejores, que tenías que desconfiar de la gente".
Widmark nació el 26 de diciembre de 1914, en Sunrise, Minnesota, donde su padre tuvo una tienda de abarrotes antes de convertirse en un vendedor viajero. Durante su infancia, Widmark se mudó frecuentemente con su familia antes de que se asentaran en Princeton, Illinois, donde su padre compró una panadería. La familia vivía en el apartamento arriba del local.
En la secundaria Widmark jugó fútbol, actuó en el club de teatro y escribió para el diario estudiantil.
Se matriculó en un curso preuniversitario para estudiar derecho en el Lake Forest College, Illinois, donde ganó premios en torneos de oratoria. Pero también participó activamente en el departamento de teatro y, después de ser el primer actor de ‘Couselor-at-Law', de Elmer Rice, en su segundo año, empezó a pensar seriamente en convertirse en actor.
Tras egresar en 1936, trabajó como instructor en el departamento de teatro de la universidad y dirigió y actuó en numerosas producciones en el campus en los siguientes dos años.
"Supongo que quería actuar para tener un lugar bajo el sol", dijo al New Yorker. "Siempre he vivido en pueblos chicos y actuar significaba tener algún tipo de identidad".
En 1938 se mudó a Nueva York, donde su novia de la universidad y futura esposa, Jean Hazlewood, estaba estudiando en la Academia de Artes Dramáticas de Estados Unidos. Se casaron en 1942.
Widmark no tuvo dificultades en encontrar trabajo. Un ex compañero de estudios que estaba produciendo culebrones para la radio, le dio un papel en un episodio. Y desde entonces Widmark trabajó en la emisora.
Un tímpano perforado le impidió enrolarse durante la Segunda Guerra Mundial, pero Widmark sirvió como anunciador de ataques aéreos y entretuvo a los soldados bajo los auspicios del American Theatre Wing.
En 1943 hizo su debut en Broadway representando al joven teniente de ejército en la comedia ‘Kiss and Tell'. Actuó en otras producciones de Broadway, aunque seguía trabajando en la radio.
Entonces vino ‘El beso de la muerte', para el que le exigieron firmar un contrato de siete años con 20th Century Fox.
En Fox, que había publicitado a Widmark en ‘El beso de la muerte' aconsejando a teatros que imprimieran carteles de ‘Se Busca' con la imagen del actor, lo clasificaron para hacer papeles de tipos rudos psicópatas y lunáticos. En una reseña de ‘La calle sin nombre' [The Street With No Name], un crítico escribió: "El timbre de su voz [Widmark] es el de las aguas servidas pasando por las cloacas".
Fuera de la pantalla, Widmark era un perfecto caballero, cordial y atento que aborrecía las armas y la violencia. Una vez que fue a pescar, dijo una vez, "cogí a una pequeña trucha. La llevé al sótano para rasparle las escamas. La bauticé como George. Pero me rompió el corazón haber causado su muerte".
Pero Widmark representó a tantos matones al principio de su carrera que el público no podía separar al hombre de los repugnantes personajes que representaba.
"Es raro el efecto que tienen los actores sobre el público", dijo en 1987 a la revista Parade. "Con los papeles que he hecho en esas primeras películas, descubrí que alguna gente quería arreglar cuentas conmigo. Recuerdo una vez que iba caminando por la calle en una ciudad pequeña y se acercó una señora y me abofeteó. ‘¡Toma, desgraciado!', me dijo. Otra vez estaba cenando en un restaurante y llegó un tipo grande y me empujó y tiró de la silla".
Mientras trataba de evitar papeles de canallas, le ofrecieron lo que llamó una vez "un personaje racista espantoso, espeluznante" en ‘No hay salida', la película de los años cincuenta que marcó el debut de Poitier en la gran pantalla como un doctor en un hospital público que debe vérselas con el personaje de Widmark. Más tarde, Widmark dijo que ofreció excusas después de casi todas las escenas que hicieron juntos, por las barbaridades que tenía que decir.
Pero Widmark, que se había enganchado a las películas desde que viera su primera a los tres años, dijo que le encantaba hacer cine.
"Cuando finalmente llegué a Hollywood, pensé que estaba en séptimo cielo", dijo al Times en 1987.
Cuando trabajaba para Fox, Widmark hizo cerca de veinte películas entre 1947 y 1954. Y aunque había representado a una variedad de personajes, como el de un padre y hombre de negocios demasiado ocupado como para ocuparse de su hijo en la comedia dramática ‘My Pal Gus', no le gustaba no tener nada que decir sobre las películas en las que debía actuar. Cuando terminó su contrato en Fox, decidió trabajar como autónomo. Fundó su propia compañía, Heath Productions, para hacer proyectos propios y conservar un mayor control artístico.
Entre las películas que produjo y protagonizó se encuentran ‘Labios sellados' [Time Limit] (1957), dirigida por Malden; ‘Caminos secretos' [The Secret Ways] (1961), un thriller de la Guerra Fría con un guión escrito por la esposa de Widmark, Jean; y ‘Estado de alarma'.
Uno de sus grandes éxitos lo tuvo en 1968 cuando fue protagonista de la historia de un policía de Nueva York, ‘Brigada homicida'. En 1971, Widmark retomó el papel para una serie de televisión del mismo nombre que emitió la NBC durante un año.
Continuó apareciendo en películas como ‘Asesinato en el Orient Express' [Murder on the Orient Express], ‘Montaña rusa' [Rollercoaster], ‘Coma' y ‘El enjambre' [The Swarm], pero su fama empezó a declinar.
En los años ochenta apareció regularmente en películas de cine y televisión, entre ellas ‘Contra todo riesgo' [Against All Odds] en la gran pantalla en 1984 y ‘Un lugar llamado Cold Sassy', una película de televisión de 1984 con Faye Dunaway, como un hombre casado con una mujer más joven.
En 1991 apareció por última vez en la gran pantalla como senador, en ‘El color de la venganza' [True Colors].
En sus últimos años Widmark dividía su tiempo entre su rancho en Hidden Valley, California, y su granja en Connecticut.
Widmark disfrutaba de su tiempo libre.
"Muchos actores no saben qué hacer cuando se jubilan; no tienen otra vida. Lo que es yo, me encanta vivir", dijo. "Leo un montón de cosas, juego al tenis, trabajo fuera de casa, veo a mis amigos".
Como uno de los viejos estadistas de Hollywood, Widmark fue entrevistado en numerosas ocasiones en sus últimos años. Y cuando llegaban los periodistas, preguntaban inevitablemente como su papel ‘El beso de la muerte'.
"Es algo fuerte enorgullecerse de no ser un actor demasiado malo, y luego descubrir que a uno lo recuerdan por una risa tonta", le dijo a un entrevistador.
La esposa de Widmark, Jane, murió en 1997. En 1999, se casó con Susan Blanchard, una amiga de toda la vida que estuvo casada con Henry Fonda.
Aparte de su esposa, le sobrevive su hija Anne Heath Widmark.
Widmark murió el lunes en su casa en Roxbury, Connecticut, después de una larga enfermedad, informó al Times su esposa Susan Blanchard. Dijo que una vértebra que Widmark se fracturó en el otoño del año pasado, fue el principio de su enfermedad.
"He perdido a un gran amigo. Es difícil tener amigos como él", dijo al Times Karl Malden, que conoció a Widmark en Nueva York cuando los dos buscaban "trabajo en la radio" a principios de los años cuarenta y apareció más tarde en cinco películas con él.
"Era un muy buen actor", dijo Malden. "Sabía lo que hacía, lo hacía bien, y detestaba a los que trabajaban con él sin estar preparados".
Sidney Poitier, que actuó en tres películas con Widmark, dijo al Times que Widmark "deja una huella como un muy buen actor".
"Su trabajo creativo es indeleble en el cine y nos recordará lo que era como artista y como ser humano", dijo Poitier.
Igualmente creíble cuando hacía de héroe que de matón, Widmark retrató a un amplio reparto de personajes en una carrera cinematográfica que se extendió por más de setenta películas desde fines de los años cuarenta hasta principios de los noventa.
Fue un furioso racista en ‘No hay salida' [No Way Out] (1950), de Joseph L. Mankiewicz, un fiscal obsesionado en ‘Vencedores o vencidos' ]Judgment at Nuremberg] (1961), un autoritario capitán de un destructor de la Armada durante la Guerra Fría en ‘Estado de alarma' [The Bedford Incidente] (1965) y un rudo detective de la policía de Nueva York en ‘Brigada homicida' [Madigan] (1968), de Don Siegel.
El espigado y robusto Widmark, sobre el que el director Samuel Fuller dijo una vez que "nadie camina y habla como él", era conocido por sentirse igualmente cómodo montado en un caballo -en películas como ‘Cielo amarillo' [Yellow Sky], de William Wellman, ‘El gran combate'‘ [Cheyenne Autumn] y ‘Dos cabalgan juntos' [Two Rode Together], de John Ford, ‘El Álamo', de John Wayne, y en el largometraje épico ‘La conquista del Oeste' [How the West Was Won].
Pero fue como Tommy Udo, el sádico gángster de Nueva York en el clásico del cine negro ‘El beso de la muerte' [Kiss of Death], de Henry Hathaway, de 1947, que Widmark causó el impacto más perdurable.
Widmark había estado trabajando bastante bien durante casi una década como actor de radio en Nueva York, y actor de teatro en Broadway, cuando fue contratado para el memorable papel secundario que lo puso en la ruta al estrellato.
‘El beso de la muerte', con Victor Maure como un truhán de poca monta y hombre de familia que trabaja reluctantemente para la policía informando sobre sus ex compañeros para salir de prisión con libertad condicional. Pero Widmark se robó la película como el vengativo Udo, que amarra alegremente a una mujer a su silla de ruedas con el cordón de una lámpara y luego la empuja escaleras abajo.
La escalofriante actuación de Widmark llevó al crítico de cine James Agee a decir, sobre el personaje de Widmark, que "está claro que el asesinato es una de las cosas más buenas que puede hacer".
Widmark recibió su única nominación a un Oscar -como el mejor actor secundario- y un Globo de Oro como "el novato más prometedor" por su papel en ‘El beso de la muerte'.
El bobo asesino de Widmark en ‘El beso de la muerte' causó una gran impresión entre los cinéfilos, pero también impactó al actor mismo.
"No me había visto nunca en la pantalla, y cuando lo hice, quería pegarme un tiro", dijo al New Yorker en 1961. "¡Esa maldita risa mía! Después de la película, estuve dos años sin reírme. Hice ese papel de ese modo porque el guión me pareció divertido y el papel que me tocó me hacía reír. El tipo era ridículo de bestia. Yo estaba trabajando en ‘Inner Sanctum' en la radio en esa época, y recuerdo haber leído el guión de ‘El beso de la muerte' a algunos amigos y les dije: ‘Me llegó un montón de esto', y me eché a reír, porque era terriblemente divertido".
Y así, dijo, hizo su papel en la película.
"No creo que se haya vuelto a repetir ese tipo de conducta antisocial en alguna película, y nunca repitió una canallada semejante en otras películas", dijo al Times el crítico de cine Richard Schickel en 2002.
Pero, dijo Schickel, incluso como protagonista "había un tipo de cinismo urbano esencial en Widmark que era realmente diferente de los patos malos urbanos de películas previas en la vena de James Cagney o John Garfield, en los que asomaba una especie de ternura".
"Para mí, es una de esas personas que siempre me alegraba ver en la pantalla, porque prometía algo que no era enteramente convencional. Había algo ligeramente misterioso en su conducta, y sentía que podía ser imprevisible".
Widmark, agregó Schickel, fue más tarde un protagonista mucho más convencional, aunque sus retratos transmitían "una suerte de conciencia de que el mundo no siempre funcionaba para los mejores, que tenías que desconfiar de la gente".
Widmark nació el 26 de diciembre de 1914, en Sunrise, Minnesota, donde su padre tuvo una tienda de abarrotes antes de convertirse en un vendedor viajero. Durante su infancia, Widmark se mudó frecuentemente con su familia antes de que se asentaran en Princeton, Illinois, donde su padre compró una panadería. La familia vivía en el apartamento arriba del local.
En la secundaria Widmark jugó fútbol, actuó en el club de teatro y escribió para el diario estudiantil.
Se matriculó en un curso preuniversitario para estudiar derecho en el Lake Forest College, Illinois, donde ganó premios en torneos de oratoria. Pero también participó activamente en el departamento de teatro y, después de ser el primer actor de ‘Couselor-at-Law', de Elmer Rice, en su segundo año, empezó a pensar seriamente en convertirse en actor.
Tras egresar en 1936, trabajó como instructor en el departamento de teatro de la universidad y dirigió y actuó en numerosas producciones en el campus en los siguientes dos años.
"Supongo que quería actuar para tener un lugar bajo el sol", dijo al New Yorker. "Siempre he vivido en pueblos chicos y actuar significaba tener algún tipo de identidad".
En 1938 se mudó a Nueva York, donde su novia de la universidad y futura esposa, Jean Hazlewood, estaba estudiando en la Academia de Artes Dramáticas de Estados Unidos. Se casaron en 1942.
Widmark no tuvo dificultades en encontrar trabajo. Un ex compañero de estudios que estaba produciendo culebrones para la radio, le dio un papel en un episodio. Y desde entonces Widmark trabajó en la emisora.
Un tímpano perforado le impidió enrolarse durante la Segunda Guerra Mundial, pero Widmark sirvió como anunciador de ataques aéreos y entretuvo a los soldados bajo los auspicios del American Theatre Wing.
En 1943 hizo su debut en Broadway representando al joven teniente de ejército en la comedia ‘Kiss and Tell'. Actuó en otras producciones de Broadway, aunque seguía trabajando en la radio.
Entonces vino ‘El beso de la muerte', para el que le exigieron firmar un contrato de siete años con 20th Century Fox.
En Fox, que había publicitado a Widmark en ‘El beso de la muerte' aconsejando a teatros que imprimieran carteles de ‘Se Busca' con la imagen del actor, lo clasificaron para hacer papeles de tipos rudos psicópatas y lunáticos. En una reseña de ‘La calle sin nombre' [The Street With No Name], un crítico escribió: "El timbre de su voz [Widmark] es el de las aguas servidas pasando por las cloacas".
Fuera de la pantalla, Widmark era un perfecto caballero, cordial y atento que aborrecía las armas y la violencia. Una vez que fue a pescar, dijo una vez, "cogí a una pequeña trucha. La llevé al sótano para rasparle las escamas. La bauticé como George. Pero me rompió el corazón haber causado su muerte".
Pero Widmark representó a tantos matones al principio de su carrera que el público no podía separar al hombre de los repugnantes personajes que representaba.
"Es raro el efecto que tienen los actores sobre el público", dijo en 1987 a la revista Parade. "Con los papeles que he hecho en esas primeras películas, descubrí que alguna gente quería arreglar cuentas conmigo. Recuerdo una vez que iba caminando por la calle en una ciudad pequeña y se acercó una señora y me abofeteó. ‘¡Toma, desgraciado!', me dijo. Otra vez estaba cenando en un restaurante y llegó un tipo grande y me empujó y tiró de la silla".
Mientras trataba de evitar papeles de canallas, le ofrecieron lo que llamó una vez "un personaje racista espantoso, espeluznante" en ‘No hay salida', la película de los años cincuenta que marcó el debut de Poitier en la gran pantalla como un doctor en un hospital público que debe vérselas con el personaje de Widmark. Más tarde, Widmark dijo que ofreció excusas después de casi todas las escenas que hicieron juntos, por las barbaridades que tenía que decir.
Pero Widmark, que se había enganchado a las películas desde que viera su primera a los tres años, dijo que le encantaba hacer cine.
"Cuando finalmente llegué a Hollywood, pensé que estaba en séptimo cielo", dijo al Times en 1987.
Cuando trabajaba para Fox, Widmark hizo cerca de veinte películas entre 1947 y 1954. Y aunque había representado a una variedad de personajes, como el de un padre y hombre de negocios demasiado ocupado como para ocuparse de su hijo en la comedia dramática ‘My Pal Gus', no le gustaba no tener nada que decir sobre las películas en las que debía actuar. Cuando terminó su contrato en Fox, decidió trabajar como autónomo. Fundó su propia compañía, Heath Productions, para hacer proyectos propios y conservar un mayor control artístico.
Entre las películas que produjo y protagonizó se encuentran ‘Labios sellados' [Time Limit] (1957), dirigida por Malden; ‘Caminos secretos' [The Secret Ways] (1961), un thriller de la Guerra Fría con un guión escrito por la esposa de Widmark, Jean; y ‘Estado de alarma'.
Uno de sus grandes éxitos lo tuvo en 1968 cuando fue protagonista de la historia de un policía de Nueva York, ‘Brigada homicida'. En 1971, Widmark retomó el papel para una serie de televisión del mismo nombre que emitió la NBC durante un año.
Continuó apareciendo en películas como ‘Asesinato en el Orient Express' [Murder on the Orient Express], ‘Montaña rusa' [Rollercoaster], ‘Coma' y ‘El enjambre' [The Swarm], pero su fama empezó a declinar.
En los años ochenta apareció regularmente en películas de cine y televisión, entre ellas ‘Contra todo riesgo' [Against All Odds] en la gran pantalla en 1984 y ‘Un lugar llamado Cold Sassy', una película de televisión de 1984 con Faye Dunaway, como un hombre casado con una mujer más joven.
En 1991 apareció por última vez en la gran pantalla como senador, en ‘El color de la venganza' [True Colors].
En sus últimos años Widmark dividía su tiempo entre su rancho en Hidden Valley, California, y su granja en Connecticut.
Widmark disfrutaba de su tiempo libre.
"Muchos actores no saben qué hacer cuando se jubilan; no tienen otra vida. Lo que es yo, me encanta vivir", dijo. "Leo un montón de cosas, juego al tenis, trabajo fuera de casa, veo a mis amigos".
Como uno de los viejos estadistas de Hollywood, Widmark fue entrevistado en numerosas ocasiones en sus últimos años. Y cuando llegaban los periodistas, preguntaban inevitablemente como su papel ‘El beso de la muerte'.
"Es algo fuerte enorgullecerse de no ser un actor demasiado malo, y luego descubrir que a uno lo recuerdan por una risa tonta", le dijo a un entrevistador.
La esposa de Widmark, Jane, murió en 1997. En 1999, se casó con Susan Blanchard, una amiga de toda la vida que estuvo casada con Henry Fonda.
Aparte de su esposa, le sobrevive su hija Anne Heath Widmark.
dennis.mclellan@latimes.com
28 de marzo de 2008
27 de marzo de 2008
©los angeles times
[viene de mQh]
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