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pan y cine y el santo

Murió Eartha Kitt


Seductora de audiencias. A los 81.
[Rob Hoerburger] Murió Eartha Kitt, que se hizo camino en los escenarios de Broadway, compañías discográficas y pantallas de cine y televisión ronroneando y saltando en una carrera en el mundo del espectáculo que duró más de seis décadas. Tenía 81 años y vivía en Connecticut.
La causa de su muerte fue un cáncer al colon, dijo su publicista de toda la vida, Andrew E. Freedman.
Kitt, que empezó su carrera a fines de los años cuarenta como bailarina en Nueva York, alcanzó el éxito y la fama en una variedad de escenarios mucho antes que otras artistas múltiples, como Julie Andrews, Barbra Streisand y Bette Midler.
Con su curvilíneo cuerpo y sus descaradas y ruidosas insinuaciones, también fue, junto con Lena Horne, uno de los primeros símbolos sexuales afro-americanos. A principio de los años cincuenta Orson Welles la proclamó "la más excitante mujer viva", aparentemente justo después de que esa excitación lo hiciera morderla en el escenario durante una función de ‘Time Runs’, una adaptación de ‘Fausto’, en la que Kitt era Helena de Troya.
La larga carrera de la identidad artística de Kitt, la de sibarita que viene de vuelta, empezó cuando trabajó en cabarets parisienses a principio de los años veinte, cantando canciones que definieron su estilo, como ‘C’est Si Bon’ y ‘Love for Sale’.
Al volver a Nueva York, fue contratada en Broadway para ‘New Faces of 1952’ y agregó otra joya a su corona vocal: ‘Monotonous’ ("Traffic has been known to stop for me/Prices even rise and drop for me/Harry S. Truman plays bop for me/Monotonous, monotone-ous") [Se sabe que el tráfico ha parado por mí / Los precios suben y bajan por mí / Harry S. Truman toca el bop para mí / Qué monótono, monótono]. Brooks Atkinson escribió en el New York Times de mayo de 1952: "Eartha Kitt no sólo se ve incendiaria; también puede hacer que una canción estalle en llamas".
Poco después de esa gira, Kitt publicó sus primeros álbumes exitosos y grabó su éxito más grande, ‘Santa Baby’, cuya precisa e insinuante dicción, y vagas inflexiones extranjeras (Kitt, nativa de Carolina del Sur, hablaba cuatro idiomas y cantaba en siete) probó que un chisporroteo vocal podía ser tan poderoso como una fogata. Aunque las ventas de sus discos disminuyeron con el surgimiento del
rhythm and blues y el rock ’n’ roll a mediados y fines de los años cincuenta, su estilo serviría como modelo para otras cantantes con voces de alcoba, como Diana Ross (que ha dicho que ella moldeó su sonido en las Supremes y admiraba a Kitt), Janet Jackson y Madonna (que en 1987 grabó una versión de ‘Santa Baby’).
Kitt se llamaría a sí misma más tarde "la chica material original", una referencia no solamente a su creación escénica y a Madonna, sino también a su serie de romances con hombres ricos o famosos, incluyendo a Welles, al magnate de los cosméticos Charles Revson y al heredero del banquero John Barry Ryan III. Se casó con el que fue su único marido, Bill McDonald, un agente inmobiliario, de 1960 a 1965. Le sobreviven su hija, Kitt Shapiro, y dos nietas.
Prácticamente desde el comienzo de su carrera, los críticos que la elogiaron, también empezaron a describirla recurriendo a todos los términos felinos imaginables: su voz "ronroneaba" o "era como hierba gatera"; era una "gatita sexy" que "se movía sigilosamente" o que "merodeaba" en el escenario, a veces "mostrando sus garras". Se dijo a menudo que su carrera tuvo "nueve vidas". Apropiadamente, fue contratada para el papel de Catwoman en la serie de televisión de los años sesenta, ‘Batman’, haciéndose con el rol de Julie Newmar, que tenía las piernas más largas y parecía un lince, llenando el papel con una energía más compacta y feral.
Sin embargo, pese a todo el atractivo camp y la altanería cargada de sexualidad del acto de cabaret de Kitt, también tuvo papeles serios, y apareció en películas como ‘La marca del halcón’ [The Mark of the Hawk], con Sidney Poitier (1957) y ‘Anna Lucasta’ (1959), con Sammy Davis Jr. Actuó en numerosas series de televisión como actriz invitada, incluyendo ‘Soy espía’ [I Spy], en 1965, que la llevó a su primera nominación a un Emmy.
Por estas actuaciones, Kitt se basó en las penurias de sus primeros años. Nació como Eartha Mae Keith en North, Carolina del Sur, el 17 de enero de 1927, una fecha de la que no se enteró sino hace unos diez años, cuando desafió a los estudiantes del Benedict College, en Columbia, Carolina del Sur, a que encontraran su certificado de nacimiento, y lo lograron. Fue la hija ilegíitma de una de aparceros negros cherokee y un hombre blanco sobre el que Kitt no sabía nada. Trabajó en plantaciones de algodón y vivió con una familia negra que, dijo, la maltrataba porque se veía como blanca. "Me llamaban la chica amarilla", dijo Kitt.
A los ocho, la enviaron a vivir con una tía, Marnie Kitt, en Harlem, que Kitt pensaba que era su madre biológica. Aunque siguió lecciones de piano y clases de baile, allá también empezó a ser maltratada: la golpeaban, huía, y volvía a casa. En sus primeros años de la adolescencia trabajó en una fábrica y empezó a dormir en los pasillos del metro y en los tejados de edificios no vigilados. (Más tarde se convertiría en una defensora de los niños de la calle, a través de Unicef).
Su despegue en el mundo de los espectáculos empezó con una broma, cuando una amiga la retó a asistir a una audición para la Compañía de Baile de Katherine Dunham. La aprobó y logró escapar para siempre del ciclo de miseria y abusos que caracterizaban su vida hasta entonces.
Pero se llevó con ella su franqueza, en una manera deliberada y llana que por lo general le sirvió bien en su carrera, excepto una vez. En 1968 fue invitada a un almuerzo en la Casa Blanca y Lady Bird Johnson le preguntó sobre la Guerra de Vietnam. Le dijo: "Usted envió a los mejores hombres del país para que los mataran y mutilaran. No me asombra que los chicos se rebelen y fumen marihuana". Se dice que la observación hizo llorar a Johnson, y descarriló la carrera de Kitt.

Las contrataciones se acabaron, y Kitt se marchó al exilio en Europa durante una década. Pero el presidente Jimmy Carter la invitó nuevamente a la Casa Blanca en 1978, y ese año ganó su primera nominación al Oscar por su trabajo en ‘Timbuktu!’, un remake con un reparto enteramente negro de ‘Kismet’.
Ahora convertida en una diva y en una leyenda, Kitt hizo lo que hicieron muchas otras divas y leyendas -Shirley Bassey y Ethel Merman, entre otras: se metió en la música bailable, y grabó en 1984 -el mismo año en que sería fuertemente criticada por su gira en África del Sur, lo que sería su gran éxito en treinta años, ‘Where Is My Man’. Kitt no se arrepintió; dijo que en la gira había cantado para audiencias integradas y ayudó a construir escuelas para niños negros.
La tercera de sus tres autobiografías, ‘I’m Still Here: Confessions of a Sex Kitten’, fue publicada 1989, y fue nominada a un Grammy por ‘Back in Business’, una colección de canciones de cabaret en 1994.
Al iniciar sus sesenta años de carrera, Kitt todavía estaba actuando. En 2000 recibió su segunda nominación a un Tony, como mejor actriz en un musical en ‘Fiesta salvaje’ [The Wild Party]. Por su trabajo en programas infantiles ganó dos Daytime Emmy Awards, este año y en 20007, como artista destacada en un programa en vivo como la intrigante candidata a emperatriz Yzma, en ‘The Emperor’s New School’.
Todo esto mientra seguía siendo parte del mobiliario del circuito de cabarets, con su voz intacta y una hermosa figura que mantenía gracias a un riguroso régimen de ejercicios que incluía carreras diarias y levantamiento de pesas. Después de descubrir en 2006 que tenía cáncer al colon, abrió triunfantemente el remodelado Café Carlyle en Nueva York en septiembre de 2007. Stephen Holden, en el Times, dijo que la voz de Kitt era un "completo gruñido".
Pero aunque Kitt todavía tenía a hombres de todas las edades en su entorno (a menudo jugaba con sus admiradores más jóvenes en sus presentaciones, sugiriéndoles que la presentaran a sus padres), los años le dieron perspectiva. "Soy una persona de la tierra", dijo a la revista Ebony en 1993. "Confío en la tierra. No confío en los diamantes, no confío en el oro".

7 de enero de 2009
©new york times
[viene de mQh]

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