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pan y cine y el santo

El Regreso de Chandú 3


Capítulo 3: En Alta Mar. Chandú rescata a la princesa hipnotizada y la aleja de sus enemigos refugiándose en alta mar. Mientras intenta despertarla, el sacerdote de Lemuria trata de volver a secuestrarla.
Efectivamente el coche rompe la barrera y parece que cae al vacío. Pero la verdad es que, a pesar de la velocidad, Chandler logra frenar y el coche queda colgando sobre el precipicio.
"¿Vas a llamar a ***, tío Frank?", pregunta el sobrino. Chandler se pasa la mano por sobre el anillo y empieza a hablar aparentemente solo, aunque se escucha una vez lejana que pareciera ser la de un guía espiritual o dios suyo que le dice que no tema. "Los verdaderos fieles no conocen el temor, hijo mío", le dice la voz. Le pregunta a su dios dónde está la princesa, pero este le dice solamente que tenga fe. De repente, antes de que la voz le revele el lugar donde se encuentra la princesa egipcia, se queda dormido con la cabeza apoyada sobre el volante.
Al despertar el coche empieza a retroceder autónomamente y se aleja del borde del precipicio. Sin que él haga nada, el coche se desliza a toda velocidad por la carretera. Y así, a los pocos segundos, llegan a la casa donde retienen a la princesa. Chandler se acerca a la puerta. Pone la oreja, la empuja, y, como está abierta, entra al vestíbulo. Lo cruza y abre otra puerta. Ahí está el hombre de turbante negro, con dos secuaces a su lados, inclinado sobre la princesa que ya metió en un sarcófago. "Ahora al despertar sólo me obedecerás a mí", la dice.
Ordena a los ayudantes llevar el sarcófago al puerto. "Voy a hacer las preparaciones para zarpar de inmediato", dice, y sale por otra puerta. Los dos ayudantes, que llevan dos monos gorros de orejas puntiagudas, empiezan su tarea. Chandler, que ha vuelto al vestíbulo, vuelve a pasar la mano sobre su anillo y esta vez, en lugar de comunicarse con su dios, se hace invisible.
Entra así a la recámara. Parece que para deslumbrar a los encargados, hace que la tapa de una vasija se deslice sola por los aires. Los tipos se quedan pasmados, pegados al suelo. Para cuando el mago se deja ver y destapa el sarcófago, los dos fieles están inmovilizados. El mago coge en sus brazos a la princesa durmiente y escapa del santuario.
"¡Qué rápido eres, tío!", le dice el robinesco sobrino. Salen a toda prisa. En eso, vuelve el sacerdote, cruza el vestíbulo, entra a la recámara y encuentra embalsamados a los dos ayudantes. Los despierta. "¡Fue Chandú!", gritan, los ojos despavoridos.
A la costa se acerca una embarcación. Aparentemente lleva dentro a Chandú y a la princesa, que sigue durmiendo. En la cubierta una pareja, él el capitán y ella quién sabe, mientras son atendidos por un camarero a la mesa, comentan la situación de la princesa. Lleva cinco días durmiendo, y las artes de Chandú no la han podido sacar de su sopor. "¿Magia negra?", dice ella. El camarero, curiosamente, lleva un turbante y por los ojitos que hace cuando atiende a la pareja queda claro que es un espía de los malos. Chandú/Chandler le pasa la mano por encima de la cara una y otra vez, pero ella no despierta. Digamos de paso que hace cinco días que no se muda, porque luce el mismo vestido que cuando estaba en el sarcófago. "Nadji. Chandú te ordena que despiertes", la dice por enésima vez, mirándola fijamente a los ojos. Y ella, oh milagro, empieza a respirar más pesadamente. Pero no despierta.
En la cubierta, entretanto, un marinero le entrega unos objetos a alguien que no vemos. Un tipo de bigotes, en eso, se asoma por la puerta de la cabina. Justo en ese momento, Chandler se levanta de junto al lecho, se calza una gorra marinera y sale.
En el pasillo se topa con sus dos sobrinos. "¿Llamaste a ***, tío Frank?", pregunta él, mientras el bandido embigotado espía desde otra puerta. Llega el capitán y se marchan. A la sobrina se le ocurre una idea brillante: "¡Vamos a mirar a los peces voladores!", grita entusiasmada.
En la cabina del capitán, Chandler confiesa su incapacidad. En cubierta, los dos sobrinos atisban unas misteriosas luces en la oscuridad de alta mar.
Entretanto, el camarero entra a la recámara donde duerme la princesa. Es seguido por el espía de negro de los bigotes, que se lanza por detrás sobre él y parece que tiene ganas de estrangularlo. Lo arrastra fuera, entran a los empujones por otra puerta y le pega un puñetazo. El camarero se desmaya. El bigotudo le pone una mordaza.
Vuelve el bandido a la cabina de la princesa, cierra la puerta, apaga la luz y se pone a escudriñar por la ventana. Se acerca una lancha blanca. El bandido hace señas con una linterna. "Rómpeles el motor", dice el malo. Se saca la gorra y oh, es nada menos que el sacerdote. Se sienta al borde de la cama y la empieza a hablar a la princesa en una lengua ininteligible, como de mago enloquecido y paranoico.
Entretanto, despierta el camarero. Entretanto, un acólito del sacerdote trata de romper los motores de la embarcación. El sacerdote pasa una mano por sobre la cara de la princesa y esta, oh, despierta finalmente. Se levanta zombi y se dirige a la ventana. Pero el sacerdote prefiere sacarla por la puerta. El camarero termina de desatarse y corre por los pasillos del barquito gritando: "¡Amo! ¡Amo! ¡Vindhyan!" A buen entendedor, pocas palabras. Se echan a correr. En la cubierta, sorprenden -Chandú, el capitán, el camarero y otro señor- al pontífice con la princesa en brazos. Pero el malo saca un puñal y dice: "¡Un paso más, y la mato!"

¿Podrá Chandú salvar a la princesa? ¿La llevará el sacerdote a quién sabe qué tormentos en la misteriosa isla de Lemuria?

El Retorno de Chandú. Capítulo 3: En Alta Mar. 1935 Director Ray Taylor Guión Harry A. Earnshaw Vera M. Oldham R.R. Morgan Adaptación Barry Barringer Reparto Bela Lugosi María Alba Lucien Prival Clara Kimball Young Deane Benton Phyllis Ludwig Cyril Armbrister Murdock Wilfred Lucas McQuard Wilfred Lucas Joseph Swickard Jack Clarck

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