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pan y cine y el santo

El Regreso de Chandú 2


Capítulo 2: La Casa en la Colina. A pesar de contar con la protección de Chandú, la princesa egipcia Nadji es secuestrada por los fanáticos de una secta misteriosa.
Chandler se salva de morir por un dardo envenenado que le lanzó el gran sacerdote a través de la ventana abierta. Cuando el camarero chino cae, llama a la princesa a gritos. Llega esta presurosa con la anfitriona para que Chandú le diga que el camarero está muerto. "Otra vez has arriesgado tu vida por mí", le dice ella, coqueta. "Nito pertenecía a la secta secreta", la dice él. Y la informa de la reunión en Los Angeles que planean los conjurados. Le dice que es mejor que ella se traslade al yate de la anfitriona en el puerto.
En la casa del árbol muerto, un señor de turbante y traje negros, corbata y pañuelo en el bolsillo, hace una especie de juramento, se le unen dos acólitos y empieza a hablar con un tigre y a pedirle que le muestre el futuro. Mirando las llamas frente a la estatua de metal de un dios perro o tigre, lo único que ve, empero, es a Chandú, que en ese momento está hablando por teléfono con el director del museo de arqueología diciendo que debe marcharse inesperadamente y si puede enviar a alguien a recoger las momias que ha donado al museo.
Tras la conversación, entran a la biblioteca desde donde llama la anfitriona y otro señor. La dice él que Nadji corre gran peligro. Ella le pregunta por qué no dejar todo en manos de la policía.
Pero Chandler rechaza la idea. Dice que la policía no lo tomará en serio -una acusación de magia. Y cree que la publicidad no será buena para la princesa.
Entonces entra la princesa y nos enteramos que es la mañana del día siguiente. "Tienes que dejarme volver a Egipto", le dice. "Sólo te he traído peligros".
Junto a la ventana, un hombre con tijeras podadoras parece tener interés en oír lo que se habla dentro.
Chandler tranquiliza a la princesa diciéndole que ahí no corre peligro. Le dice que debe marcharse.
Le pide a su sobrino Bob que lo acompañe al coche y aha, le da un beso en la boca a la anfitriona. (Estaba yo creído que era su hermana. No sé si en Estados Unidos era habitual, en la primera parte del siglo 20, que los hermanos se besasen en la boca).
Salen. "Dejo todo en tus manos, Bob", dice Chandler al sobrino. "Nadji no debe salir de la casa". El sobrino le dice que no se preocupe.
Le informa el tío al sobrino que vendrán los hombres del museo a por las momias. Y que excepto ellos, nadie más debe entrar a la casa.
El jardinero observa atentamente la escena, y cuando Bob vuelve a entrar a la casa, consulta su reloj.
Dos hombres que ya conocemos, uno de ellos con un enorme sombrero de copa, muy Dickens, se suben a hurtadillas a la furgoneta de madera del museo. Justamente, de inmediato salen dos empleados del museo y también se montan en la cabina. Deben de ser los que van a la casa de la hermana de Chandler, pero los dos hampones se les echan encima.
Entretanto, la princesa Nadji y Bob y su hermana rubia matan el tiempo leyendo en el porche. Se acerca el jardinero con un pequeño florero de rosas blancas en la mano. Sube al porche y deposita el florero en una de las mesas, junto a la princesa. Coge una rosa y se la ofrece a la princesa. "¡Gracias! ¡Qué bella es!", dice la princesa, oliéndola profundamente.
Entretanto, los dos hampones se detienen y sacan a los dos empleados inertes del museo y los trasladan sobre sus hombros no se sabe dónde.
En el muelle, justamente, el capitán del yate le dice a Chandler que puede llevar a la princesa Nadji cuando quiera.
Entretanto, la princesa reparte su tiempo entre leer y olfatear la rosa, por lo que pronto le entra un profundo sopor. La anfitriona, que saca de repente una voz de enorme parecido con la de Marilyn Monroe, la sugiere que se eche a dormir.
La princesa, que lleva un vestido largo muy sencillo y enormes pendientes redondos, deja el libro y entra a la casa. Se dirige a su dormitorio, siempre olfateando la rosa. Perose lleva la mano a la sien y cae redonda -antes de llegar a la cama.
Entra entonces el falso jardinero al dormitorio y coge en sus brazos a la princesa. Pero no alcanza a salir que el sobrino y su hermana tocan a la puerta, sin duda preocupados por la salud de la princesa. El falso jardinero la deja sobre la cama y se mete él mismo en un gigantesco armario que decora el aposento de la egipcia.
"Creo que está durmiendo", dice la rubia, que luce una larga falda blanca y una blusa de flores. "No me importa", dice Bob. "Mi tío me la encargó y entraré a verla".
Entran. La princesa, aparentemente, duerme. Se apresuran pues a salir hacia una salita, donde se separan. Bob sale aparentemente de la casa. Y la chiquilla se mete por otra puerta.
El falso jardinero sale de su escondite, recoge nuevamente a la princesa y la lleva hasta la salita, dejándola en un sofá. Destapa entonces un sarcófago que hay en la salita y, aparentemente, el jardinero esconde ahí a la princesa. Los hampones de la furgoneta, que entretanto han llegado a la mansión, trasladan a la momia al vehículo. Entretanto, Chandler viene a toda velocidad por la carretera.
En el jardín, el mismísimo Bob observa displicente a los conspiradores cuando meten el sarcófago en la furgoneta. Se mete las manos a los bolsillos y entra a casa.
La furgoneta desaparece a toda prisa, segundos antes de que llegue Chandler en su descapotado. Entra a casa.
La sobrina lo saluda alegremente. Chandler la dice que todo el mundo debe abordar el yate la noche. Su madre mira sonriendo. Pregunta él por la princesa. Está durmiendo, le dice la sobrina.
Bob fanfarronea, incluso se mece sobre sus piernas, cuando dice que nunca perdió de vista a la princesa.
"¡Tío Frank, tío Frank!", grita la rubia cuando, en el dormitorio de la princesa, descubre que ha desaparecido de la cama.
Todos corren allá. Tío Frank mira la rosa, la recoge, la huele. "Drogas", dice, y la deja caer nuevamente.
Entretanto, la furgoneta del museo corre a toda velocidad por la carretera asfaltada, hasta que dobla por un camino de tierra.
Mientras, en la sala de Chandler, este y los suyos miran incrédulos el hueco donde estuvo antes el sarcófago. El tío Chandler corre el cortinaje y encuentra ahí a la momia verdadera. "Debemos encontrar el lugar donde se reunirán", dice. Y sale a toda prisa, sube al coche con su sobrino y se marcha.
Entretanto, la furgoneta del museo llega a la casa del árbol muerto. Trasladan el sarcófago al interior, donde arden las llamas frente a la estatua del dios tigre o perro de cabeza gigante. Aparece el hombre del turbante negro. Destapan el sarcófago. El sacerdote la pasa la mano sobre la cara, como suelen hacer los hipnotizadores, y la dice algo así como que la han liberado para siempre de las garras de Chandú.
Este viene a toda prisa por la autopista, pero con tan mala fortuna que en un puente sobre una cura, se lanza sobre la baranda, rompiéndola y cayendo al vacío.

¿Sobrevivirá Chandler ese terrible accidente? ¿Qué será de la princesa sin su ayuda? ¿La sacrificarán los fanáticos de la secta de ubasti?

El Retorno de Chandú. Capítulo 2: La Casa en la Colina. 1935 Director Ray Taylor Guión Harry A. Earnshaw Vera M. Oldham R.R. Morgan Adaptación Barry Barringer Reparto Bela Lugosi María Alba Lucien Prival Clara Kimball Young Deane Benton Phyllis Ludwig Cyril Armbrister Elias Lazaroff Murdock McQuard Wilfred Lucas Joseph Swickard Jack Clarck Frazer Acosta

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